Capítulo 2
Un icono celebra sus 60 años.
Siempre hábil en sus comentarios, Margaret Thatcher acertó con la mitad de la verdad al referirse al Ladybird para señora de Blancpain, ya que este icono de la Manufactura adoptó la visión y los talentos de un hombre y una mujer, Jean-Jacques Fiechter y su tía Betty Fiechter, quienes inspiraron a Blancpain en su creación. La carrera de los Fiechter en Blancpain duró sesenta y cinco años, algunas veces por separado, aunque también por largos períodos juntos en la dirección de la empresa. Durante su reinado floreció la especialidad de Blancpain de crear relojes femeninos en los talleres históricos de Villeret, que los condujo, en 1956, a dar vida al celebrado Ladybird. Muy pronto estos icónicos relojes alcanzaron tal fama y renombre que la actriz americana Marilyn Monroe escogió un Blancpain que conjugaba magníficamente el platino y los diamantes (el lote principal de una subasta celebrada en Hollywood).
En 1915, con apenas 16 años, Betty Fiechter entró a trabajar como aprendiz en Blancpain. Aunque sus estudios eran muy recientes, no podía adivinar en aquel momento dónde la llevaría su compromiso. El destino de Betty fue trabajar a tiempo completo para Blancpain durante cuarenta y cinco años, más otros diez como consejera de confianza, es decir, una carrera de más de medio siglo. Cuando entró en la empresa, ésta estaba dirigida por Frédéric-Émile Blancpain, séptima generación de la familia y descendiente del fundador Jehan-Jacques Blancpain, que aparece inscrito como relojero en los anales de Villeret en 1735. Betty Fiechter fue asumiendo cada vez más responsabilidades en Blancpain y pronto se convirtió en directora de desarrollo técnico y comercial de la Manufactura. Tanta confianza le tenía Frédéric-Émile Blancpain que dejó la casa familiar en Villeret y se fue a vivir a Lausana. El hecho de que utilizara una invención por entonces sorprendente e innovadora, el dictáfono, evidenciaba su gusto por la tecnología y su progresivo enfoque de la gestión. Le gustaba dictar sus ideas en los rollos encerados del aparato y mandarlos por correo, a sabiendas de que Betty haría cumplir sus órdenes.
Frédéric-Émile murió repentinamente en 1932. Con su fallecimiento el apellido Blancpain desapareció de la empresa, ya que no contaba con herederos varones y su hija no quiso asumir la dirección. Había, sin embargo, otras manos deseosas de tomar el mando, en concreto las de Betty Fiechter, que juntó sus ahorros con los del jefe de ventas, André Léal, y entre ambos compraron la empresa en 1933 y decidieron cambiarle el nombre por el de Rayville-Blancpain (Rayville es el anagrama fonético de Villeret). Ahora bien, debido a un curioso detalle de la ley suiza, el cambio de nombre no fue opcional. Como no había miembros de la familia Blancpain vinculados con el negocio, los nuevos propietarios se vieron obligados a alterar el nombre. (Los malabares forzados por esta reglamentación han hecho que en alguna ocasión una famosa firma de relojes de Ginebra se planteara la extraña posibilidad de contratar a una persona “con el apellido correcto” para continuar con su marca registrada unida por un guion).
La carta mediante la cual la hija de Frédéric-Émile, Nellie, transfirió Blancpain 200 años después de su fundación en el seno de la familia iba dirigida a Betty y decía así:
“Querida Betty:
Como puedes imaginar, aquí concluye, no sin dolor en mi corazón, un período estrechamente vinculado a mi infancia y mi juventud. El fin del Villeret que he conocido con papá me llena de tristeza, pero estoy segura de que si algo puede apaciguar mi tristeza es que tú te encargues de la Manufactura junto con el señor Léal. Gracias a esta afortunada solución, veo que se mantendrán y respetarán en todas sus formas las tradiciones de nuestro precioso pasado.
Fuiste para papá una colaboradora única y querida. Una vez más, déjame agradecer tu maravillosa y perdurable ternura, que aprecio y llevo en mi corazón.
Mis mejores deseos.
Nellie”.
Los primeros tiempos no fueron fáciles para Betty Fiechter. La Gran Depresión golpeó la totalidad de la industria relojera suiza, provocando descalabros financieros por doquier y desempleo masivo. La solución de Blancpain fue buscar refugio en el mercado norteamericano, que al final de los años treinta estaba en mejor situación que el europeo. Fiechter encontró una vía comercial como empresa proveedora de movimientos. Con el tiempo, Blancpain pasó a ser el principal proveedor de Gruen, Elgin y Hamilton.
Otro golpe fuerte para la empresa fue la muerte del copropietario de Fiechter, André Léal, justo antes de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, Betty Fiechter se encontró en una posición única, o mejor dicho, pionera, en la industria relojera. Pasó a ser la primera mujer patronne (presi- denta) y propietaria de una prestigiosa empresa de relojes, que por entonces contaba con entre 200 y 300 empleados. Se mantuvo sola en el cargo hasta 1950, lo que la convirtió en una leyenda dentro de la industria relojera suiza.
Una de las especialidades que puso en marcha el mentor de Betty, Frédéric-Émile, fue la producción de pequeños movimientos para relojes de mujer. Justo antes de la Primera Guerra Mundial, Blancpain había desarrollado un pequeño calibre y un calibre baguette, los cuales se hicieron extremadamente populares. Betty Fiechter expandió e hizo florecer esta especialidad. Su estrategia fue convertirse en proveedor de movimientos que se vendían con una pequeña caja interna alrededor. Esto se hizo en respuesta al aumento de las tarifas impuestas sobre las cajas de reloj completas. Estos movimientos con caja interior, llamados calottes, se distribuían en todos los mercados del mundo, en particular en los Estados Unidos, donde se los introducía en preciosas cajas metálicas adornadas a menudo con joyas.
Los logros de Betty al frente de Blancpain establecieron las bases para la futura colaboración con su sobrino, Jean-Jacques Fiechter. Jean-Jacques, diplomado en historia y destinado, de hecho, a completar el doctorado, entró en el negocio de su tía sin ninguna experiencia previa en relojería. No es que su familia fuera ajena a este sector, pues su abuelo había sido relojero en Blancpain hasta 1939. El desarrollo y la formación de su sobrino se convirtió en una prioridad para Betty, que organizó un programa completo de un año para que descubriera y se preparara en las áreas de mercadotecnia, finanzas y productos de Blancpain. Cuando completó el programa, le encargó el desarrollo de un nuevo producto y la gestión de las operaciones diarias de la empresa.
Después del año de entrenamiento, Jean-Jacques se unió a Betty en la junta directiva de Blancpain, que en ese momento estaba compuesta solo por ellos dos. Juntos lideraron la compañía hasta 1961, cuando la empresa se unió a SSIH, que poseía también las famo- sas marcas suizas Omega y Lemania. Durante todo ese tiempo colaboraron estrechamente y viajaron con frecuencia juntos para visitar clientes. Ambos fueron miembros de la junta ampliada de SSIH hasta 1970, cuando Betty se retiró definitivamente.
Los primeros años de la dirección conjunta de Blancpain por parte de los Fiechter fueron testigos de la creación de dos relojes que no solo son icónicos, sino que además constituyen los pilares de las colecciones de Blancpain: el reloj de buceo Fifty Fathoms y el Ladybird para señora, objeto de este artículo. Para la creación del Ladybird, los Fiechter echaron mano de lo que ya era una especialidad bien establecida de Blancpain. Desde el inicio del proyecto su objetivo fue crear un modelo que marcara un hito en la historia de la relojería. Jean-Jacques estaba en excelentes términos con otra casa relojera ubicada en el Valle de Joux que había lanzado un reloj para señora extremadamente pequeño en forma de baguette. La meta de Fiechter era superar el trabajo de su amigo en dos aspectos importantes: primero, que el reloj fuera más pequeño y de forma redonda; y segundo, que fuera robusto. El reloj baguette del Valle de Joux era extremadamente frágil y, sin querer ser indebidamente brusco en la crítica, podía quebrarse por el simple hecho de girar la corona en la dirección equivocada.
Los Fiechter tuvieron éxito en ambos frentes. Haciendo honor a la expresión “manos a la obra”, Betty y Jean-Jacques se fueron a vivir a Villeret para el desarrollo del proyecto. Fue precisamente en ese pueblo donde el fundador de Blancpain, Jehan-Jacques Blancpain, creó su taller en 1735, en el piso superior de su granja, que databa de 1636. A principios de los cincuenta, Blancpain era propietario de tres edificios en Villeret: la granja/taller original de Jehan-Jacques, un segundo edificio denominado La Maison, que la empresa reconstruyó en 1863 después de un devastador incendio, y una tercera propiedad. La Maison se dividió en dos: Betty vivía en una mitad y Jean-Jacques en la otra. De manera simbólica, La Maison fue un lazo de unión entre diferentes épocas de Blancpain. Fue la casa de Jules-Émile Blancpain, padre de Frédéric-Émile, y finalmente de los Fiechter. Más tarde, en 1959, Jean-Jacques se adentró aún más en las raíces de Blancpain cuando se mudó al apartamento ubicado en la granja original de 1636.
Blancpain desarrolló dos innovaciones clave para la construcción del que se convirtió no solo en el movimiento redondo más pequeño del mundo, sino también en el más robusto –una característica realmente importante– a pesar de sus minúsculas dimensiones. La primera consistió en la incorporación de una rueda suplementaria en el tren de ruedas. Normalmente el rodaje de un reloj mecánico está compuesto por cuatro ruedas, siendo el tambor del barrilete la primera y la cuarta la rueda de segundos que se engrana con el piñón de la rueda de escape. La solución de Fiechter para reducir el tamaño del movimiento sin comprometer en ningún momento su fiabilidad consistió en añadir una rueda. Sin lugar a dudas, los conocedores de las construcciones relojeras dirán: “¡Pero entonces el reloj giraba al revés!”. Esto sería cierto de no ser porque el escape estaba configurado para girar al revés. Problema solucionado.
¿Y por qué resultó ser ingeniosa la idea de añadir una quinta rueda? Porque esta permitía controlar la fuerza que llegaba al escape y aportaba mayor robustez al diseño.
La segunda innovación consistió en añadir una protección antigolpes al volante. Los minúsculos movimientos existentes omitían este elemento crítico, lo que por supuesto hacía que fueran particularmente frágiles. Blancpain encontró la manera de adaptar el diseño del sistema antigolpes, de modo que se pudiera incorporar en las minúsculas dimensiones del calibre Ladybird.
Se consiguió un tamaño récord: ¡11,85 milímetros de diámetro! Y no solo en el diámetro total del movimiento, sino también en el tamaño de su volante. En efecto, era tan pequeño que Fiechter constató que solo los relojeros más experimentados podían dominar su construcción, la cual, por si fuera poco, necesitaba el equilibrado del volante más pequeño del mundo, dotado con 22 minúsculos tornillos de oro.
Blancpain no solo creó una primicia mundial por el diminuto tamaño de su movimiento, sino que también fue recompensada con la inscripción de una patente por su sistema de armado. Por lo general, la Manufactura ofrecía dos versiones: el calibre R55, con una corona tradicional a la altura de las 3 h, y el calibre R550, con la corona en el fondo. En realidad, inicialmente y durante un corto plazo de tiempo se produjeron dos versiones con los calibres R52 y R520, que funcionaban con una frecuencia de 2,5 Hz; los calibres R55 y R550 de 3 Hz reemplazaron casi inmediatamente y de manera eficaz a los R52 y R520 de baja frecuencia.
La concepción del sistema de armado/ajuste por el fondo del calibre R550 (y el reemplazado R520) fue efectivamente brillante. La corona estaba acoplada a una rueda que se engranaba directamente con el rochete del sistema de armado. Los dientes de esta rueda eran de tipo Breguet, lo cual implica que cuando se giran en una dirección hacen girar la rueda con la que están engranados (en este caso el rochete) y cuando se giran en la dirección contraria se deslizan simplemente sobre los dientes de la otra rueda. En pocas palabras, cuando la corona se gira en el sentido correcto, esta arma el reloj, mientras que en la otra dirección gira libremente sin afectar el armado del barrilete. Cuando la corona se coloca en la posición de ajuste (determinada por un pequeño muelle que presiona contra un collarete), otra rueda, ubicada por el lado de la esfera, se engrana para poner en hora el reloj.
El nombre Ladybird necesitó una cierta reflexión. Inicialmente Jean-Jacques Fiechter tenía en mente la palabra francesa coccinelle (ladybug en inglés americano o ladybird en inglés británico), que designa al pequeño insecto que en muchos países hispanohablantes se conoce como “mariquita”. En francés, el nombre coccinelle le iba de maravilla, pues captaba la esencia del minúsculo tamaño del movimiento y del refinamiento del reloj. A pesar de que la palabra coccinelle tiene una connotación muy romántica, su pronunciación en inglés resultaba un poco complicada. Su traducción, ladybug, no gozaba de las mismas virtudes y, por supuesto, su pronunciación gutural no solo le quitaba encanto, sino que evocaba (por la palabra bug) a un desagradable insecto. Para eludir este espinoso problema, Fiechter tuvo el acierto de escoger el atractivo nombre de Ladybird, que se adoptaría en ambos idiomas y en muchos más.
La creatividad no se detuvo con este movimiento innovador. Blancpain inventó la versión Bullet del Ladybird, dotada de un sistema de cambio rápido de brazalete, una primicia mundial en un reloj de gama alta. El fondo del reloj tenía una ranura en la que se insertaba la correa. En solo unos segundos, y sin necesidad de una destreza particular, se podía cambiar la correa por una de otro color. Efectivamente, el Bullet Ladybird se vendía con una selección de correas de colores distintos. El Ladybird alcanzó un extraordinario éxito comercial bajo la marca Blancpain, pero también bajo otras marcas relojeras y joyeras. Siguiendo el proyecto liderado por Betty Fiechter, muchos Ladybird se exportaron como movimientos terminados en una caja interna. Luego los relojes se terminaban con una caja exterior de oro y, en la mayoría de los casos, añadiéndole joyas decorativas. Marilyn Monroe eligió una pieza totalmente engastada con diamantes.
El Ladybird no solo alcanzó un extraordinario éxito comercial, también fue muy aclamado por la crítica internacional. Actualmente una de las principales competiciones de relojes es el Grand Prix d’Horlogerie de Genève (Gran Premio de Relojería de Ginebra, conocido como GPHG). Su predecesor era el Prix de la Ville de Genève (Premio de la Ciudad de Ginebra), que el Ladybird ganó varias veces.
Desde sus inicios, en 1956, el Ladybird forma parte de las colecciones de Blancpain. A pesar de que los movimientos han cambiado a lo largo de los años, e incluso han adoptado el “lujo” de la carga automática, los Ladybird siempre han sido el estandarte de los relojes de pequeño diámetro de Blancpain. Consciente de su importancia y de lo que representa, la firma difundió esta frase en la década de 1980: “Si el Ladybird se hiciera más grande, sería demasiado pequeño”.
El Ladybird moderno ofrece una variada colección de modelos, tanto en oro blanco como en oro rojo, todos de 21,5 milímetros de diámetro. Las piezas se enaltecen con el fulgor de las piedras preciosas: biseles y esferas engastados con diamantes, y con frecuencia, estas últimas enzarsadas también con rubíes o zafiros. En algunos modelos las esferas también pueden ser de nácar u opalina finamente soleada. Todos los relojes están equipados con un rotor de platino y lucen fondos transparentes. Para conmemorar el 60.o aniversario del Ladybird, Blancpain ha querido aportar un refinamiento femenino adicional al incluir un dije engastado en varios estilos: corazones calados con diamantes y rubíes, corazones macizos con diamantes y, naturalmente, mariquitas engastadas con diamantes y rubíes en un refinado estilo de engaste nieve. En función de los deseos, su propietaria puede, con facilidad, ponerlos, retirarlos o incluso, de manera opcional, poner varios. Los relojeros de Blancpain también crearon otra pieza especial para celebrar el 60.o aniversario. Esta se distingue por su esfera de nácar finamente labrada, enaltecida con diamantes y un rotor de platino decorado con diamantes serti piqué y un hermoso acabado soleado que irradia la pieza a partir del diamante. Las correas se presentan en piel de aligátor, piel de becerro y satén; también está disponible, bajo petición especial, con una correa de piel de becerro de doble vuelta.