Capítulo 1
Una nueva expresión del tourbillon “firma” de Blancpain.
Todos hemos visto a los magos agitar sus capas sobre un objeto mientras hacen gestos extravagantes con un asombroso poder teatral. Con la cara radiante y las cejas arqueadas, presentan un truco extraordinario que va in crescendo mientras pronuncian la famosa frase: “Nada por aquí, nada por allá”. El público se queda boquiabierto... Igual que cuando admiran la última versión del tourbillon volante firmado por Blancpain. Aquí el observador se queda sin aliento por el hechizo de este prodigio de la micromecánica, que parece girar en el vacío, animado por fuerzas invisibles. Aunque en este caso el espectáculo no es un truco de magia, sino el resultado de una construcción en que el tourbillon está situado sobre un puente transparente y alimentado por un tren de ruedas oculto.
En el Villeret Tourbillon Volant Heure Sautante Minute Rétrograde, lanzado en 2018, la invisibilidad de la suspensión y del sistema de transmisión provocan un efecto wow. Es, casi con total seguridad, lo primero que salta a la vista cuando se tiene el reloj en la mano. Sin embargo, se trata solo de una de las muchas innovaciones que distinguen a este nuevo miembro de la colección Villeret. Además de la construcción del tourbillon, el nuevo modelo alberga otras tres primicias de Blancpain: primera hora saltante sobre el movimiento del tourbillon; primer minuto retrógrado sobre el movimiento del tourbillon; y primera esfera en esmalte blanco pintada a mano. Tomadas individualmente o en conjunto, estas características dan fe de una alta aspiración en materia de concepción y de creación.
Naturalmente, el descubrimiento de este reloj debe comenzar por el tourbillon. Desde su lanzamiento en 1989, el tourbillon creado por Blancpain es un emblema de la Maison. Es, ni más ni menos, el primer tourbillon volante del mundo en un reloj de pulsera. Si la palabra “estándar” puede ser utilizada para describir la construcción de una complicación tan exigente como el tourbillon, en todo el universo relojero la forma “estándar” de construir este dispositivo consiste en suspender distintos componentes: dos puentes, uno sobre el otro, soportan la jaula, el volante, la espiral y el escape. Fijados por ambos lados, estos elementos clave de la precisión pueden girar y compensar los pequeños errores de marcha producidos por la gravedad terrestre cuando el reloj se encuentra en posición vertical. Al suprimir el puente superior y conservar solo la fijación inferior, Blancpain ideó una construcción mucho más difícil de realizar, bautizada por los relojeros como “tourbillon volante”. Por el lado de la esfera, ninguna pieza atraviesa el espacio y oculta la vista del tourbillon. La jaula, el volante y el escape se desvelan ofreciendo el espectáculo de sus complejos movimientos: la rotación en un minuto de la jaula, las oscilaciones del volante y la progresión del escape en torno a la rueda fija.
El innovador concepto de Blancpain comprende un elemento clave suplementario. El enfoque estándar adopta el concepto original del primer tourbillon del mundo, patentado por Abraham-Louis Breguet en 18011, que requiere que el volante esté centrado en la jaula giratoria. Cuando Blancpain empezó a analizar esta práctica, que en aquel entonces estaba totalmente generalizada, constató que un volante descentrado permitía una mayor finura. Por lo tanto, no solo produjo el primer tourbillon volante del mundo, sino también el más plano.
Esta arquitectura pionera del tourbillon se ha convertido en un emblema de Blancpain en las tres décadas transcurridas desde su debut. También se le honra en este nuevo tourbillon ya que, a lo largo de este tiempo, ha definido en general la construcción de todos los tourbillons de las colecciones, con la excepción de la gran complicación 1735. Para crear la ilusión de un tourbillon flotante, los diseñadores de la Maison aportaron dos importantes modificaciones. La primera es el puente inferior. Desde 1989, todos los tourbillons descansan sobre un puente metálico que atraviesa el espacio debajo del mecanismo. Este puente inferior sujetaba el rodamiento de esferas de cerámica del tourbillon volante, así como la rueda fija alrededor de la cual se mueve el tourbillon.
En el nuevo calibre 260MR, el puente metálico inferior ha desaparecido. Dicho así, esto podría provocar escalofríos a los conocedores. Si el sistema volante elimina el puente superior y la nueva construcción el puente metálico inferior, entonces… ¿cómo se fija el tourbillon? ¿Dónde está el truco? Naturalmente, el tourbillon está sujetado por debajo. El truco consiste en un soporte invisible de cristal de zafiro sobre el cual están montados los rodamientos de esferas y la rueda fija. Una primera solución para darle la original apariencia buscada.
La segunda solución también es ingeniosa. Desde 1989 todos los tourbillons clásicos de Blancpain están controlados por un piñón centrado en la caja. Este se engrana con el rodaje del reloj por debajo del puente inferior. En el calibre 260MR, la jaula ya no está conectada a un piñón central, sino a una rueda exterior disimulada bajo la esfera. Al examinarla de cerca vemos dos brazos que parten de la jaula hacia el exterior: la conexión a la rueda y la rueda misma son invisibles. Es esta rueda la que se engrana con el rodaje del reloj.
La combinación de estas dos ingeniosas soluciones, el montaje sobre cristal de zafiro y la disimulación de la rueda, da lugar al espectáculo del tourbillon girando en el vacío y sin fuentes de alimentación aparentes.
La idea, que necesitó cerca de cuatro años de desarrollo, preveía inicialmente la hora saltante por ventanilla y una aguja tradicional de minutos. La hora saltante es una complicación en la que, como su nombre sugiere, las cifras de las horas “saltan” instantáneamente cuando pasan 59 minutos y 59 segundos. Asociar una hora saltante y una visualización tradicional de minutos supuso un gran desafío para los diseñadores de Blancpain. Cuando la hora siguiente se acerca, pasados 59 minutos, el momento del salto puede generar cierta confusión. ¿La hora ya ha saltado o está a punto de hacerlo? ¿La hora indicada es la anterior o la siguiente? Un minuto después la confusión desaparece y tenemos la certeza de que se ha producido el “salto”, pero durante unos segundos podemos tener dudas sobre la hora exacta.
Para resolver este problema, Blancpain ha decidido asociar la hora saltante con los minutos retrógrados. La visualización retrógrada implica que, al final de cada hora, la aguja de los minutos cambia de sentido y vuelve instantáneamente a su punto de partida (en términos relojeros, “retrograda” a cero). Con los minutos retrógrados de vuelta instantánea asociados y vinculados a la hora saltante instantánea se evita toda posible confusión. En otras palabras, si el salto de la hora y la retrogradación de los minutos tienen lugar simultáneamente ya no hay más dudas. Apenas la aguja de los minutos llega a cero, podemos estar seguros de que la hora ha cambiado. Y antes de ese momento estamos seguros de que aún no ha cambiado.
¹ Inventado por Abraham-Louis Breguet y patentado
en 1801, el tourbillon estaba destinado a mejorar la precisión de marcha compensando los errores provocados por el efecto de la gravedad terrestre. Según su orientación en la posición vertical, las fuerzas gravitacionales adelantan ligeramente el reloj en ciertas posiciones y lo atrasan en otras. El invento del tourbillon fue una brillante respuesta a estas desviaciones: al hacer girar 360° los órganos responsables de la medición del tiempo, el volante, la espiral y el escape pasarían por las posiciones de adelanto y atraso, anulando así las desviaciones de marcha. Para impulsar esta rotación,
el volante, la espiral y el escape se colocan en una jaula que gira constantemente alrededor de una rueda fija. Esta última es un elemento esencial de cada tourbillon.
Por consiguiente, los diseñadores del movimiento concibieron un mecanismo que asegurara los cambios simultáneos. En el corazón del sistema hay una leva caracol que gira una vez por hora. Como su nombre indica, esta leva tiene forma de caracol y un radio que aumenta progresivamente y crea una fuerte desnivelación entre las distancias máxima y mínima. Esta desnivelación controla la retrogradación de los minutos y el salto de las horas. Un dedo avanza sobre el borde exterior de la leva. Cuando gira en el sentido de las agujas del reloj, acciona un rastrillo que se engrana a un piñón vinculado con la aguja de los minutos. Este movimiento en torno a la superficie de radio creciente determina el avance de la aguja en el sentido horario. Cuando el dedo alcanza su punto más elevado (imagine la parte alta de un acantilado), un muelle lo impulsa hacia abajo y la aguja de los minutos retrograda.
Hay un segundo rastrillo vinculado al primero a través de su engranaje con el piñón de la aguja de los minutos. Este segundo rastrillo asegura el salto de las horas. Cuando el dedo que se mueve sobre la leva caracol cae y hace retrogradar los minutos, el rastrillo de las horas se impulsa simultáneamente hacia arriba. Un dedo unido al rastrillo entra entonces en contacto con una rueda de doce dientes (un diente para cada hora, como es fácil suponer) que avanza una muesca para cambiar la hora. Para asegurarse de que la indicación solo salta una hora cada vez, un segundo dedo retiene el mecanismo.Con este concepto, las indicaciones de las horas y de los minutos están perfectamente sincronizadas: el salto de la hora y la retrogradación de la aguja de los minutos están controlados por un mismo dedo, el que evoluciona sobre el borde exterior de la leva caracol.
Como el sistema depende de la forma elaborada de la leva, también había que tratar la cuestión del ajuste de la hora por la corona. La leva tiene una forma que no se presta a la rotación en el sentido contrario al de las agujas del reloj, ya que la fuerte pendiente podría provocar un choque en el dedo y romper el mecanismo (el dedo puede “caer” del acantilado, no remontarlo). Para evitar esto, el rodaje de puesta en hora incluye una rueda que desconecta la corona del mecanismo horas/minutos cuando se gira hacia atrás.
El siguiente paso fue considerar la orientación de la escala de los minutos. Como la aguja de los minutos no gira 360° sino que retrograda tras un recorrido de 270°, un 0 centrado sobre 12 horas podría prestar a confusión cuando se mira el reloj. A diferencia de una visualización clásica, los 15 minutos no aparecerían horizontalmente a la derecha, los 30 minutos abajo, etc. Para minimizar la confusión, se rotó la escala de minutos para que el propietario pueda leerla con mayor facilidad.
La capacidad de innovación desplegada en la construcción del movimiento es equiparable a la creatividad ejercida en el diseño de la esfera. Su apariencia sencilla oculta una estructura compleja. Para empezar, está compuesta por dos discos de oro macizo: de oro rojo en la caja del mismo metal y de oro blanco en la caja de platino de la edición limitada. Uno de los discos forma el cuerpo grande de la esfera. El segundo, más pequeño, define el espacio consagrado a la ventanilla de las horas y a la visualización en círculo de los minutos. En ambos casos, Blancpain recurrió a la más clásica de las técnicas de esmaltado, el champlevé. Para crear las cavidades destinadas a recibir las capas de esmalte, el oro se excava en superficie y se preservan unos anillos muy finos para delimitar los contornos. Para el más pequeño de los discos se conserva un anillo en la periferia, uno en torno a la apertura de las horas y uno pequeño en torno al eje de la aguja de los minutos. Para el más grande se conserva de nuevo uno en la periferia y uno en torno a la apertura sobre el tourbillon. En el estudio de Oficios Artísticos de Blancpain en Le Brassus, el esmalte se aplica a mano sobre las superficies anteriormente delimitadas, y, como dicta la tradición, cada capa se hornea a 800° C. Para evitar que se deformen durante la cocción, los discos también se cubren de esmalte por la parte posterior. Se consiguen entonces una textura y una profundidad extraordinarias gracias a la combinación de aplicaciones manuales y capas múltiples. Se trata de la misma técnica empleada para crear a mano pinturas en esmalte personalizadas, una de las especialidades del estudio de Oficios Artísticos de Le Brassus.
Tras fijar la última capa de esmalte, las esferas se decoran con anillos de oro más anchos. El que rodea el tourbillon no solo crea un borde en la superficie de la esfera, sino también en el interior de la apertura, cubriendo la pared en todo el grosor del movimiento. De esta manera capta y refleja la luz para iluminar y atraer las miradas sobre el tourbillon. Un segundo anillo, de diámetro más pequeño, ornamenta la ventanilla de las horas saltantes y, al igual que el primero, cubre el borde interior de la apertura.
Las decoraciones sofisticadas no se reservan solo para la esfera. Todos los puentes del movimiento, visible a través del fondo transparente, están guillochés a mano con el motivo espiral llamado “cesta”. También en el reverso se encuentra un disco guilloché con una decoración “llama” sobre el cual se indica la reserva de marcha. Es lógico colocar el indicador de reserva de marcha en la parte posterior del movimiento, ya que solo hay que consultarlo cuando se retira el reloj o cuando se le da cuerda, en particular en los calibres de cuerda manual. ¿Por qué colocarlo sobre la esfera, donde perturbaría la pureza de los discos en esmalte? Al situarlo en el reverso, se preserva la utilidad de la función y la armonía de la esfera.
El nuevo tourbillon Villeret está disponible en dos versiones: en oro rojo y en una edición limitada de 50 unidades de platino. Ambas se albergan en cajas de 42 mm de diámetro.
En el momento de su lanzamiento, el concepto de tourbillon volante de Blancpain fue revolucionario, estableciendo varias primicias mundiales en el mundo de la relojería. El nuevo Tourbillon Volant Heure Sautante Minute Rétrograde y el Tourbillon 12 Jours que entró en la colección Villeret cuatro años antes, son una prueba fehaciente del compromiso continuo de Blancpain con la evolución del tourbillon. •