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Capítulo 2

En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS

El universo de una complicación refinada

Autores del capítulo

MICHEL JEANNOT

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MICHEL JEANNOT
En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS
En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS
Número 12 Capítulo 2

HAY LUGARES QUE HACEN SOÑAR A TODOS LOS AMANTES DE RELOJERÍA. LAS AUTÉNTICAS MANUFACTURAS SON UNO DE ELLOS. ANIDADA EN LE BRASSUS, RODEADA DE UNA NATURALEZA A VECES VERDE Y A VECES NEVADA, LA MANUFACTURA BLANCPAIN ATESORA HABILIDADES EXCEPCIONALES. PARA CONVENCERSE DE ELLO, BASTA CON EMPUJAR LAS PUERTAS Y PENETRAR AL SACROSANTO TALLER DE LAS REPETICIONES DE MINUTOS. ¡ABRA BIEN LOS OJOS Y AGUCE EL OÍDO! PUES AQUÍ SE ESCRIBE Y SE OYE LA FASCINANTE MÚSICA DEL TIEMPO.

En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS

EL TALLER DE LAS COMPLICACIONES ES UN LUGAR PRIVILEGIADO QUE REÚNE UNA SUMA EXTRAORDINARIA DE COMPETENCIAS.

En una manufactura, el taller de las complicaciones es un lugar privilegiado que reúne una suma extraordinaria de competencias. Muchos relojeros, empezando por los más jóvenes, acarician el sueño de trabajar allí algún día. Lo que sería la coronación de su carrera. Y lo máximo en este universo, más allá de los tourbillons, de los calendarios perpetuos o de las ecuaciones activas, es ocuparse de la reina de las complicaciones para la cual se ha dedicado un espacio específico: el taller de las repeticiones de minutos. Allí se entra en el sagrario de puntillas, y uno deja de respirar para oír la delicada sonería de las horas, de los cuartos y de los minutos.

¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Ding-dong! ¡Ding-dong! ¡Ding! ¡Ding! ¡Ding! ¡Ding! ¡Ding! Conocemos esta música que se remonta al pasado, al tiempo en que los relojes de bolsillo se colocaban sobre la mesa de noche, cuando no había electricidad y era cómodo leer las horas sin tener que encender una vela. Para los privilegiados, felices propietarios de una pequeña maravilla mecánica y acústica, bastaba entonces con activar el gatillo y la repetición de minutos daba su mensaje sonoro. La convención no ha cambiado. Los sonidos graves indican las horas, los agudos descuentan los minutos que siguen a los cuartos, expresados por una alternancia de agudos y graves. Basta con contar, en este caso cuatro horas, seguidas por dos cuartos, es decir por media hora, y luego cinco minutos. Por consiguiente, el reloj toca las cuatro treinta y cinco de la mañana. Demasiado temprano para levantarse…

Entre cinco y seis semanas para hacer una pieza
En Le Brassus, el taller de las complicaciones cuenta con dieciocho personas que trabajan bajo la responsabilidad de Mustapha Ahouani. Este francés de origen marroquí, relojero de pura cepa, sabe hacer prácticamente de todo y las piezas más complicadas que pasan por sus manos no tienen ningún secreto para él. La edad promedio de sus colaboradores es de 33-34 años. El más joven tiene 25: “Es muy joven para ya estar en el taller de las complicaciones, pues para dominar estos mecanismos se requiere experiencia. Pero es posible. Todo depende de la persona, de sus capacidades, de su habilidad y motivación. En todos los casos hay que estar apasionado. Uno puede emplear entre cinco y seis semanas para realizar un producto como este, a veces más. Se necesita paciencia y destreza. Y para llegar a ello hay que identificar a los buenos profesionales a lo largo de la capacitación”.

Empezar por una platina virgen
Su adjunto, Laurent Salomon, asiente mientras oye, convencido de que él también ha tenido la suerte de encontrar a las personas adecuadas en el buen momento. Las que te contagian, que confían en ti y te ayudan a lograrlo, pues todo está en la transmisión del savoir-faire. Él está a cargo del taller de las repeticiones de minutos y tiene mucho que decir sobre el tema. ¿Cómo convertirse en un relojero especializado en esta complicación estrella? “Es todo un recorrido. Se empieza en el montaje de un simple movimiento, y luego, poco a poco, se llega a la regulación de la pieza. Seguidamente se llega al taller de los módulos, al del calendario simple, calendario anual, calendario perpetuo. Posteriormente se llega al tourbillon y, probablemente, a la ecuación activa del tiempo. Con la repetición, se llega a la cumbre. En toda la relojería los puestos son muy codiciados, a este nivel, pues son muy pocas las empresas que hacen todo el proceso, realmente de cabo a rabo. Y la suerte es que aquí partimos de una platina virgen”.

En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS
En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS

COMO CADA ARTESANO TIENE SUS PROPIOS TRUCOS, SUS MAÑAS, SU ESTILO, SU OÍDO, CADA REPETICIÓN DE MINUTOS ES EN CIERTO MODO UNA PIEZA ÚNICA.

En Le Brassus, seis relojeros se ocupan de las “répètes”, como les dicen cariñosamente. Cuatro de ellos, Romain, Félicien, Laurent y Michaël, producen nuevas repeticiones, Norbert se ocupa del Servicio Posventa, mientras que el sexto, Georg, no sólo las encuentra en el Servicio Posventa sino también en la famosa supercomplicación 1735. Ésta sólo se ha producido en 30 ejemplares, pero el servicio necesita mucho más tiempo y requiere la experiencia de un relojero altamente especializado. “Algunos clientes –precisa Mustapha Ahouani– los usan como reloj deportivo y lamentablemente no son herméticos. Algunas veces regresan aquí totalmente oxidados y necesitamos seis meses para repararlos. También tenemos este problema con las repeticiones tradicionales ‘simples’, que no eran herméticas –excepto algunas pequeñas series– pues sólo de este modo se obtiene una mejor calidad de sonido. Esto lo veremos con el último calibre, pero tenemos que reconocer que a priori una caja hermética es mucho más difícil de dominar para un reloj con sonería”.

Un equipo unido y solidario
El equipo es pequeño, unido y solidario. Cuando se considera su ritmo de producción, la naturaleza misma del trabajo, el cuidado dedicado hasta a los más mínimos detalles, no sólo por la belleza del gesto sino también por motivos funcionales esenciales, nos transportamos al pasado. Esta noción de realización de una pieza de la A a la Z por un mismo relojero es algo inaudito hoy en día. La idea es bastante rara, y si nos imaginamos inmediatamente las ventajas, también adivinamos los inconvenientes de esta pequeña burbuja de otra época; ya que está demás decir que si la realización íntegra de una repetición de minutos por un solo relojero es una prueba de calidad, no es compatible con la productividad que con frecuencia muchos exigen.

Como cada artesano tiene sus propios trucos, sus mañas, su estilo, su oído, cada repetición de minutos es en cierto modo una pieza única. ¿Eso quiere decir que cuando la pieza vuelve al Servicio Posventa vamos a reconocer quién la hizo? El jefe del taller de complicaciones sonríe: “El relojero que la hizo la reconocerá, de hecho. Pero globalmente no será distinta de otra. Es lo que preconizamos aquí, es una línea de conducta, una metodología, la transmisión de un savoir-faire que describe y explica el procedimiento y todas las operaciones, desde el pre-ensamblado de los componentes hasta el encajado. Al final el trabajo debe ser idéntico. Después, necesariamente encontraremos el pequeño toque personal del relojero, por ejemplo en una decoración, un achaflanado más o menos acentuado”.

Perennizar el savoir-faire
El objetivo de este enfoque fundado en el diálogo, la comunicación y el intercambio es asegurar la calidad de todas las piezas, sin derivas ni relajamiento, mantener la homogeneidad de la producción hasta lo más alto de la pirámide. Es también una manera de perennizar, más allá del producto, el savoir-faire. En los talleres, la mentalidad ha cambiado. Antaño, cada relojero escondía sus secretos y se los llevaba cuando se jubilaba. Hoy, se acabaron los secretitos, el leitmotiv es, al contrario, la transmisión de los conocimientos, el intercambio de información, de observaciones e ideas. “No hay secretos, asegura el jefe de las complicaciones, el hecho de compartir con un pequeño equipo crea un clima de confianza en el taller, un espíritu de cohesión y armonía que contribuye indiscutiblemente a la calidad del producto terminado”.

En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS
En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS

“SIEMPRE SOÑAMOS CON DESEMPEÑAR ESTE OFICIO A ESTE NIVEL, SOMOS APASIONADOS”.

En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS

¿POR QUÉ LA REPETICIÓN DE MINUTOS ES UNA COMPLICACIÓN TAN DIFÍCIL DE DOMINAR?

El Servicio Posventa, un indicador absoluto
En Le Brassus, la producción de piezas complicadas y el Servicio Posventa están estrechamente vinculados, por varias razones. El Servicio Posventa es el indicador absoluto de la calidad del trabajo entregado. Presenta una mina de informaciones extremadamente útiles, lo que va a permitir a los relojeros aumentar cada vez más la calidad de las piezas, hacer evolucionar constantemente un calibre, un modelo, hacerlo revivir. El retorno de un producto no se debe necesariamente a un error de montaje. También puede señalar un problema técnico de base, vinculado con la concepción misma. Aunque también puede revelar un desgaste, lo que hace revisar la elección de materiales.

La vida real del reloj en la muñeca es la prueba más dura a largo plazo. El análisis y el diagnóstico de las especialidades del taller de complicaciones son informaciones que remontan a todas las etapas y permiten mejorar de manera permanente los nuevos productos.

Otro motivo práctico explica también esta fuerte imbricación entre la producción de piezas complicadas y el Servicio Posventa. La organización del trabajo se lleva a cabo de esta manera y requiere que el relojero especializado en complicaciones sea flexible. Éste recibe de la producción Blancpain en Le Sentier un kit con todos los componentes que necesita para montar el calibre de principio a fin. Este trabajo puede tomarle, según el caso, desde una a varias semanas, hasta cinco o seis para una repetición de minutos. Se consagra íntegramente, realizando tranquilamente todas las etapas en una progresión regular, con la concentración y la calma que necesitan los mecanismos de mucho vuelo. Pero en caso de necesidad, también puede dejar su trabajo de producción para responder a una demanda urgente. “El retorno de una pieza reciente bajo garantía nos obliga a ser reactivos y devolverla al cliente lo más pronto posible. Por lo general es algo muy simple. Podría ser un problema técnico o alguna pieza rota si el reloj se ha dejado caer”.

Naturalmente, el tiempo de reparación es muy variable, en función de la naturaleza de la intervención. “Típicamente, para el que recibimos esta mañana, un Le Brassus Carrousel Répétition Minutes, estimamos que necesitaremos 15 días, incluyendo los controles técnicos, estéticos y la reserva de marcha. Paradójicamente, en este tipo de piezas el relojero pasará mucho menos tiempo –tres o cuatro días– de lo que durarán los controles después de la intervención”. La calidad del servicio y los controles son esenciales. A veces sucede que los clientes hierven de impaciencia, pero si son verdaderos apasionados comprenden lo que implica el servicio. No obstante, la regla es la misma: restituir el reloj lo más rápido posible, perfectamente reparado y con una caja renovada para que el propietario encuentre el placer incomparable que sintió cuando compró el reloj.

La pared Norte del Eiger
¿Por qué la repetición de minutos es una complicación tan difícil de dominar? Así se trate de su realización o, después, de su reparación, de todas maneras será confiada a un relojero especializado, curtido y experimentado. Al final, en el caso del Le Brassus Carrousel Répétition Minutes, por ejemplo, esta es una pieza de 450 componentes que debe funcionar perfectamente. Y como el lector puede imaginar, esto no está al alcance de cualquiera. Todos los relojeros lo saben y tienen un profundo respeto por el desempeño profesional de los especialistas en esta complicación. Como los guías y los alpinistas aguerridos que, como conocedores, saludan a aquellos que escalan la pared Norte del Eiger.

En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS

LA PRINCIPAL DIFICULTAD DE ESTA GRAN COMPLICACIÓN NO SÓLO RESIDE EN EL NÚMERO DE COMPONENTES, SINO EN SU NATURALEZA Y EN SUS DIMENSIONES.

Cada pieza es una nueva aventura que ocupa íntegramente el espíritu del artesano durante varias semanas cargadas de emociones, de profundas satisfacciones, pero también de decepciones. Debe superar tantas dificultades, con la necesidad de hacer y deshacer cien veces lo que hizo hasta que quede perfecto. Es parte del juego, pero no siempre es fácil dominarlo psicológicamente. Laurent recuerda: “Cuántas veces he vuelto a casa hastiado y verdaderamente preocupado por el problema que tenía que resolver. Con la experiencia, sabiendo que uno siempre termina por encontrar la solución, esto se relativiza y es mejor para nuestro entorno. La preocupación no se nota, pero en el fondo, seguimos pensando en el asunto. Todos somos así en el taller, eso creo. Siempre soñamos con desempeñar este oficio a este nivel, somos apasionados y tenemos que pagar el precio, pero sin remordimientos”.

La principal dificultad
La principal dificultad de esta gran complicación que asocia un mecanismo relojero con un dispositivo de sonería, no sólo reside en el número de componentes, sino en su naturaleza y en sus dimensiones. El desafío de base es mantener un conjunto tan rico como complejo en el volumen de una pieza elegante que pueda ser llevada en la muñeca.

En pocas palabras, ¿cómo funciona? El principio básico consiste en que en el momento en que usted desee oír la hora, desarma un gatillo visible en la carrura de prácticamente todas las repeticiones de minutos. Al hacer esto, usted arma sin saber un muelle que libera inmediatamente la energía necesaria para el funcionamiento de la sonería y para formular su mensaje acústico. Cabe destacar que la repetición de minutos no consume energía suplementaria al movimiento relojero de base, el cual puede animar a otras complicaciones por lo general asociadas. Éste puede ser de cuerda manual o automático y puede estar acompañado por una escena animada por autómatas.

El reino de los palpadores
Con el pulgar, usted ha proporcionado la energía necesaria al mecanismo de sonería, el cual la utilizará inmediatamente para activar los martillos que van a golpear los timbres (o los gongs, como dicen los anglosajones). Pero para hacerlo en el momento oportuno y tocar el número de golpes correspondientes a la hora que indica el reloj, con la precisión de un minuto, el dispositivo debe buscar mecánicamente esta información horaria. Este es el papel que desempeñan los palpadores, o espigas móviles que buscan el posicionamiento exacto de la estrella de las horas recorriendo la silueta de una leva o un caracol. Como dicen los especialistas de Blancpain: “Una repetición de minutos es una historia de desplazamientos angulares. Se trata de recorrer ángulos más o menos profundos para tocar tal o cual hora”. No obstante, esta operación toma menos tiempo que el que se necesita para describirla y así, en el instante en que el gatillo se libera, la repetición engrana las horas, los cuartos y los minutos.

Este mecanismo es extremadamente delicado de realizar, exige una precisión absoluta y componentes muy finos. Los que llegaron en el kit se tocan cuando están en su lugar. “Los ajustamos unos con otros para que tengan un juego mínimo”. ¿Y por qué no los producen de arranque a la altura correcta? “Es imposible pues a esta escala ya estamos en la tolerancia de producción admitida de ‘más o menos’ x micras. El ajuste de cada elemento debe hacerse a mano retirando más o menos materia, según el caso.”

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El paquete de regalo de los componentes
El relojero que ensambla las repeticiones de minutos recurre a una panoplia de limas de granos distintos y emplea a numerosas herramientas específicas inútiles en las piezas clásicas. Los componentes son sistemáticamente bruñidos para endurecer la materia y evitar su desgaste prematuro. “Si no bruñéramos las alzadas de cremallera, por ejemplo, se romperían después de diez funciones”, precisa Laurent Salomon antes de detallar las distintas etapas del montaje, a partir de la recepción del kit, el “paquete de regalo” llegado de Le Sentier. Se realiza una primera verificación de todos los componentes, de los cuales algunos ya están decorados, los puentes por ejemplo, todos los que no serán manipulados ni retocados por el relojero. Él asegurará el acabado estético, el achaflanado o los rasgos estirados de los otros tras haber efectuado los retoques tridimensionales.

El trabajo empieza por el estado de superficie de los muelles, luego viene el pre-ensamblado de un mecanismo como el regulador de la velocidad de la sonería. Se trata de asegurar juegos de altura mínimos. Seguidamente el relojero pasa al pre-ensamblado de otro elemento complicado, luego un tercero y así sucesivamente. Los elementos se pulen en su justa medida, cada uno con una mixtura distinta según los materiales.

Montar y desmontar
Con frecuencia hay que volver al pre-ensamblado, por ejemplo cuando en la etapa siguiente el componente no tiene el juego de altura deseado. Entonces el relojero debe desmontar la pieza y volver a empezar. Este proceso se lleva a cabo delicadamente, por etapas sucesivas.

Cada vez que un componente se monta en una repetición de minutos, éste debe ser ajustado. “Típicamente, para las alzadas de cremallera, los agujeros siempre son más pequeños que los ejes y el relojero los tiene que ajustar. Siempre hay que retirar materia para ajustarlo y darle el juego de altura ideal y la seguridad óptima. Esto también sucede con las estrellas que se retocan con un alisador muy preciso, y con una precisión de una micra”.

Para efectuar todos los pre-ensamblados, hay que contar con una semana de trabajo, aproximadamente. Luego empieza el montaje del movimiento en su conjunto, es decir el ensamblado de todos los componentes pre-ensamblados con la tija de remontoir, los piñones, el rodaje de puesta en hora y el retoque de todos los juegos de altura “en seco”. Cabe destacar, que en esta fase aún no se ha puesto el aceite.

La etapa siguiente está destinada al órgano regulador, dotado de una espiral con curva terminal Breguet, y sólo después de haber posicionado el rodaje se efectúa la lubricación, el movimiento de base se regula, dotado de un calendario y de un tourbillon, ya sea manual o automático. Cuando este movimiento satisface las tolerancias en las seis posiciones convencionales, sólo en ese momento el relojero empieza “la parte más interesante”: el mecanismo de la repetición propiamente dicho.

El mundo del sonido
Ya tenemos tres semanas de trabajo y el montaje continúa. Los componentes se ajustan unos a otros. Aquí se habla de “montaje en blanco” destinado a disponer todos los elementos en términos de juego de altura y partición.

¡Ding! ¡Dong! Entre los dos sonidos, debe haber por lo menos dos tonos de diferencia. Es la regla. Lo que hace la altura de la nota es el largo del timbre. Lo podemos adivinar: éste será cortado y vuelto a cortar. “No necesitamos una nota particular, un la o un do, precisa Laurent.

En el santuario de la REPETICIONES DE MINUTOS
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HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO EL PARTIDO NO HA TERMINADO.

Sino un intervalo. Cuando tenemos el intervalo, después podemos pasar a la ‘puesta en sonido’. El timbre debe vibrar para producir un sonido cristalino. De ninguna manera queremos un sonido tipo cazuela. También tenemos que darle un cierto volumen a la nota”. Para ello los timbres, que son tijas de acero, se liman en la base del porta-timbre al que están soldados. La calidad de esta soldadura es primordial; debe quedar impecable. Igualmente, el porta-timbre debe quedar perfectamente adherido al movimiento y debe estar perfectamente plano. La tornillería también debe ser irreprochable, pues en materia de sonido, la excelencia se adquiere hasta en los más mínimos detalles.

El timbre catedral se caracteriza por su largo: cuenta una vuelta y media, mientras los timbres comunes no superan una vuelta. El resultado es un sonido que ofrece más riqueza. Y cuando el sonido está un poco confuso, el punto de atadura de los timbres se bisela y talla en forma de silbato.

Cuando todo está terminado, la pieza se desmonta íntegramente, se lava, se remonta y se lubrica. Seguidamente se colocan las agujas y se pone en caja. ¡A estas alturas el suspenso está a la orden del día! Ha llegado la hora de la verdad. La repetición de minutos ha sido escuchada antes del encajado y se volverá a escuchar una vez que esté en su caja –lo que por supuesto es otra dimensión– y esta etapa primordial aún puede reservar algunas sorpresas. Al más mínimo problema de agujas o de nota discordante, habrá que volver a empezar.

Hasta el último momento el partido no ha terminado. Los relojeros del taller de repeticiones de minutos lo saben por experiencia. Y aceptan esta notoria incertidumbre que forja la gloria de su oficio.

Capítulo 03

DOMAINE JOSMEYER

LLEVANDO LA BIODINÁMICA A ALSACIA.

Autores del capítulo

JEFFREY S. KINGSTON
DOMAINE JOSMEYER
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