Capítulo 4
“R-E-S-P-E-C-T Find out what it means to me” Si usted sigue, aunque sea de lejos, la evolución del rock and roll, probablemente tiene grabadas para siempre las palabras de Aretha Franklin, la diva del soul: “sock it to me”. Tendrían que contratarla para que cante esta canción a voz en cuello en un congreso de relojeros para manifestar un poco de afecto por los artesanos que realizan minuciosamente los cronógrafos de ratrapante, sea cual fuere su lugar de residencia. Mientras sus diseñadores trabajan en una de las complicaciones más difíciles de concebir, las cuales requieren de una infinita paciencia para parecer simplemente correctas, sus virtudes y talentos no son apreciados en su justa medida dentro de la extensa constelación de las complicaciones. ¡Qué falta de respeto!
Como en estas páginas tenemos costumbre de expresarnos sin ambages, sugiero que vayamos directamente al grano. La realización de un cronógrafo de ratrapante de Alta Relojería es tan impresionante y requiere de tanta habilidad que, sin lugar a dudas, merece reinar en la cumbre de las grandes complicaciones. Su grado de dificultad y los desafíos que atesora superan de lejos la construcción de un calendario perpetuo o un tourbillon, a tal punto que su revelación produce una infinidad de “¡ohhh!” y de “¡ahhhh!” en las más nobles tribunas.
Citemos a comparecer al último cronógrafo de ratrapante de Blancpain, el L-evolution R. ¿Cuáles son los elementos que abogan en favor de esta nueva construcción de ratrapante y, por consiguiente, de todos los guardatiempos Blancpain dotados de un cronógrafo de ratrapante? Para empezar, ocupémonos de las dificultades inherentes a la producción de un cronógrafo de alta gama. Empecemos por una constatación muy evidente para los relojeros y terriblemente incomprensible para la mayoría de la gente: la construcción de un cronógrafo de altos vuelos, incluso antes de la colocación de la ratrapante, está llena de numerosos riesgos que no tienen nada de misterioso. En efecto, el mecanismo del cronógrafo somete al tren de ruedas del reloj a cambios dinámicos bruscos cada vez que la función se activa o desactiva. Las operaciones que se realizan de forma tan repentina y abrupta aseguran la conexión del mecanismo del cronógrafo con el tren de ruedas del reloj y su posterior desconexión; algo que a simple vista puede parecer muy sencillo. Cuando el propietario lo pone en marcha, el mecanismo del cronógrafo –el segundero del cronógrafo y los contadores de minutos y de las horas– está unido al tren de ruedas del reloj, por regla general, mediante el piñón de segundos. Inversamente, cuando se solicita la parada se produce el efecto contrario, es decir la desconexión de los componentes. ¡Y es allí donde aprieta el zapato! pues también hay que proceder al engranaje y desengranaje de los mecanismos, sin olvidar, naturalmente, la tercera función de un cronógrafo, la puesta en cero, de tal modo que: 1. No perturbe el funcionamiento del reloj (en otras palabras, que no altere de manera significativa la amplitud de las oscilaciones descritas por el volante). 2. Asegure, cada vez y sin excepción, la suavísima puesta en marcha y parada de la aguja sin saltos ni vibraciones. 3. Confi era una sensación aterciopelada a los pulsadores de activación y control de las operaciones. 4. Permita el constante engranaje del cronógrafo si el propietario lo desea. Y, 5. Garantice la sincronización perfecta de la vuelta a cero de la trotadora y de las agujas de los contadores.
Estas son las rudas tareas impuestas a un cronógrafo para que éste pueda prevalerse de una cierta majestuosidad. El cronógrafo con rueda de pilares y embrague vertical del calibre 1185 ocupa una posición eminente y única cada vez que debe cumplir con cada uno de estos criterios. Los conocedores de cronógrafos que se han tomado el trabajo de controlar las realizaciones propuestas a través del amplio espectro de esta complicación, desde las más caras hasta las más económicas, se han dado cuenta que algunos modelos de marcas prestigiosas, cuya trotadora salta de vez en cuando al principio o al final de la medición, presentan una alteración de la precisión de marcha durante el tiempo que el cronógrafo está funcionando y que este defecto no permite dejar al cronógrafo activado continuamente. Las realizaciones baratas (e incluso algunos modelos caros que emplean movimientos de poco valor y que por lo general decepcionan a los propietarios) demuestran por su parte una cierta dureza en la activación de los pulsadores y una modificación de la marcha del reloj cuando el cronógrafo está activado. En su calidad de gran complicación, la ratrapante merece codearse únicamente con cronógrafos que cumplen con estas normas sin la más mínima excepción.
Si bien es difícil alcanzar la perfección con un simple cronógrafo, el hecho de añadir una ratrapante aporta un grado de dificultad incomparablemente más elevado y la descripción de su modo de uso sólo da una pobre idea de su amplitud. El cronógrafo de ratrapante posee dos trotadoras en lugar de una, las cuales están tan bien superpuestas que el usuario sólo puede ver una de ellas cuando no se solicita la función de la ratrapante. No obstante, durante la medición de un tiempo intermedio, la ratrapante se inmoviliza mientras la otra aguja continúa su frenética carrera. Esta funcionalidad ofrece al cronógrafo la posibilidad de medir dos eventos simultáneamente. Así, cuando el pulsador de la ratrapante se activa una vez más, la aguja inmovilizada vuelve a su posición inicial y permanece sobre la otra aguja. Esta acción puede realizarse durante la progresión o inmovilización de la aguja principal.
La ratrapante descansa sobre dos sistemas fundamentales. El primero está constituido por un dispositivo para centrar las agujas y el segundo por un mecanismo de freno que puede ser aplicado a una de las agujas (la ratrapante) al tiempo que permite que la otra (la trotadora) continúe su progresión alrededor de la esfera.
Centrado de las agujas. El centrado de las agujas para que estén perfectamente superpuestas recurre a un componente que equipa a casi todos los cronógrafos desde hace doscientos años, conocido con el nombre de leva en forma de corazón. Su construcción no guarda ningún misterio pues está dotado de una leva cuyos contornos no difieren substancialmente de un corazón, tal como lo diseñaría un niño. A todas luces, dichas características están calculadas de manera logarítmica para optimizar la propiedad que le ha valido su apreciación general. Si la leva en forma de corazón puede girar libremente y está sometida a la presión de un brazo o de una palanca, ésta girará siempre en una posición que llevará el brazo o la palanca hacia la parte superior del “corazón”. Los constructores clásicos de cronógrafo emplean esta misma pieza para la vuelta a cero de la trotadora del cronógrafo y de todas las demás agujas de los contadores del cronógrafo. Cuando se solicita la vuelta a cero, un martillo presiona el corazón de cada aguja del cronógrafo garantizando una precisa vuelta a cero. El calibre 1185 de Blancpain comprende un solo brazo con dos martillos, uno para la aguja de segundos y otro para el contador de minutos, los que entran en contacto simultáneo con los dos corazones, volviendo a cero exactamente en el mismo instante.
La misma propiedad empleada para la vuelta a cero sirve para mantener las dos agujas superpuestas. La ratrapante posee un corazón fi jado a su eje. Cuando éste se somete a una presión –en la construcción de Blancpain, ésta es ejercida por un brazo dotado de un platillo con un rodillo– la ratrapante está perfectamente alineada con la trotadora. Mientras el platillo y el brazo están fi jados a la trotadora y giran con ésta, el centrado se realiza con respecto a la posición de la trotadora. A pesar de que las agujas se separan con la parada de la ratrapante, una nueva presión del rodillo la hará ocupar instantáneamente su lugar sobre la trotadora.
El freno. Si el principio del freno es simple, su aplicación es compleja. Se fija una rueda sobre el eje de la aguja de ratrapante. Cuando el propietario desea inmovilizar esta aguja separándola de la trotadora (la que continuará su progresión contando los segundos del cronógrafo), dos brazos en forma de pinza, uno a cada lado, ciñen la rueda para bloquearla. Si la construcción mecánica es uno de sus pasatiempos favoritos, esta descripción de cómo la ratrapante se detiene mientras que la trotadora continúa su carrera, debería generarle un interrogante: “¿Qué sucede con el rodillo que ejerce presión sobre el corazón? Cuando la leva está forzada a volver desde su posición, ¿el rodillo en el centro del corazón no retiene su movimiento?” Estas son preguntas acertadas que merecen ser abordadas con gran seriedad.
La mayoría de los sistemas de ratrapante aceptan esta retención suplementaria y toleran que la rotación se ralentice debido a la presión ejercida sobre la leva. No obstante, esta coacción ejerce efectos inmediatos, perjudiciales para la precisión de marcha, los que reducen la amplitud de las oscilaciones descritas por el volante. Para compensarlas, Blancpain ha inventado un aislante integrado en el mecanismo de la ratrapante. Cuando se solicita la desconexión de las agujas y los brazos ciñen la rueda de la ratrapante para inmovilizarla, la palanca que sujeta el platillo se desplaza de tal modo que deja de estar en contacto con la leva. ¡Una solución absolutamente audaz! El rodillo ya no retiene la leva. Esta innovación puesta a punto por Blancpain, hoy se encuentra en las realizaciones de otros operadores. Cabe resaltar que uno de ellos, una prestigiosa marca ginebrina, reconoció que ¡el dispositivo de Blancpain le sirvió de “fuente de inspiración”!
Un componente de este mecanismo que también merece nuestra especial atención es la rueda de pilares. Los cronógrafos de alta gama recurren a una rueda de pilares para controlar la puesta en marcha, la parada y la puesta en cero. Ningún cronógrafo puede presumir de tener una construcción refinada si no dispone de una rueda de pilares, lo que lo dota de una precisión incomparable en la sucesión de funciones, ofreciendo esa sensación aterciopelada e inigualable cuando se activan los pulsadores. Esto también sucede con la ratrapante, en la que el uso de una rueda de pilares para controlar y separar el recentrado de las agujas es indispensable para la precisión y el suave contacto que asegura el mecanismo. Por ello, el movimiento de Blancpain recurre a dos ruedas de pilares.
El L-evolution R incluye otra característica refinada: la función flyback o vuelta al vuelo, cuyos orígenes se remontan a los primeros años de la aviación, cuando los pilotos empezaron a tener la necesidad de calcular el tiempo y las distancias de vuelo. Antes de que la aparición de los sistemas modernos de GPS suprimieran la necesidad de volar con su cerebro (le ruego disculpe esta reflexión deliberadamente ácida de un instructor de vuelo formado a la antigua) era naturalmente indispensable tomar la medición del tiempo de vuelo entre un punto de referencia –o “fix”– y otro. Para ello, era obligatorio poner en marcha el cronógrafo al pasar por un punto de referencia, detenerlo a la altura del siguiente, proceder a la puesta en cero y volver a empezar el cronometraje hasta el siguiente “fix”. Sin embargo, cada punto de referencia intermedio requiere de tres manipulaciones: la activación del pulsador de puesta en marcha/ parada para detener el cronógrafo, la activación del pulsador de puesta en cero y, por último, la nueva activación del pulsador de puesta en marcha y parada para volver a poner en marcha el cronógrafo. La vuelta al vuelo simplifica ampliamente esta serie de operaciones pues la activación del pulsador de puesta en cero interrumpe la progresión de la aguja del cronógrafo, vuelve a poner las agujas en cero y empieza una nueva medición; de tal modo que sólo es necesario un contador. Poco después de sus debuts relojeros, esta función suscitó gran entusiasmo entre los pilotos y esta característica aeronáutica encontró su lugar en el L-evolution R.
El amplio módulo de la fecha del L-evolution R ofrece una complicación adicional útil, conocida como calibre 69. Esta construcción de fecha grande se distingue de los dispositivos habituales de la fecha porque el cambio se produce de manera instantánea, a medianoche. También permite proceder al ajuste rápido de las indicaciones por la corona, en vez de hacerlo mediante un pulsador en el flanco de la caja.
En consonancia con el refinamiento del movimiento, Blancpain dotó los puentes con un nuevo estilo de decoración. Dejando de lado las clásicas Côtes de Genève y el perlado, Blancpain ha creado una nueva ornamentación asociando los elementos de estilo de otros motivos clásicos de decoración relojera: el champlevé y el granallado. En primer lugar, los puentes están “esculpidos” creando un bajorrelieve en el centro y produciendo así un borde ligeramente más alto. Se parece a la primera etapa del tradicional champlevé. No obstante, en lugar de rellenar con otro material el centro vaciado –el champlevé tradicional recurre al esmalte– Blancpain adoptó otro motivo: el granallado. Las superficies internas están ornamentadas con un sutil granallado de apariencia cristalina. En la versión de oro rojo del L-evolution R, esta superficie está chapada en oro y en la versión de oro blanco está rodiada. En ambos casos, la paleta de colores del movimiento se armoniza con los tonos del oro de la caja.
La fibra de carbono juega un papel primordial en la apariencia del nuevo miembro de la colección L-evolution. El diseñ o de la caja ofrece una interesante asociación puesto que las asas y el fondo de la caja componen una parte distinta. La integración de los dos elementos ofrece libertad de diseño, algo que por lo general no es posible en las cajas tradicionales. Con el L-evolution R, Blancpain juega con esta libertad trabajando las asas, los flancos y los fondos de caja de oro, ya sea rojo o blanco, y el bisel en fibra de carbono. Los elementos en fibra de carbono habitualmente empleados en la industria, incluso si son ligeros, presentan el inconveniente de la fragilidad asociada a su rigidez. Producidos según un proceso desarrollado por la Manufactura, los elementos de fibra de carbono de Blancpain excluyen este riesgo y su refinada apariencia se conjuga con una solidez a toda prueba. La fibra de carbono también se encuentra en la esfera y el brazalete, dotados de dos inserciones.
Con un estilo que evoca los modelos Super Trofeo que lo precedieron, el L-evolution R introduce un logro relojero de alto nivel, inédito hasta ahora en el universo de los cronógrafos deportivos.