Capítulo 9
En este taller, relojeros con manos de oro dan vida a las complicaciones más emblemáticas del arte relojero.
En 1989, Blancpain presenta su primer tourbillon de construcción particular por su finura inigualada, con un volante descentrado y una reserva de marcha excepcional de 8 días. Unos 19 años después, la Manufactura reincide en materia de regulación con el primer Carrousel Volant Une Minute para reloj de pulsera. En 2013, Blancpain idea una combinación inédita al conjugar estas dos complicaciones en el modelo Le Brassus Tourbillon Carrousel. ¡Una ocasión soñada para conocer a los expertos en estas especialidades en el mismo taller que las ve nacer!
Tourbillons y carruseles, Blancpain destaca en el arte de estas dos fascinantes construcciones relojeras desde hace mucho tiempo, lo que no le impide mostrarse cada vez más innovadora. Este año la Manufactura de Le Brassus nos da una nueva demostración de su pericia en el ámbito de las complicaciones con dos piezas excepcionales propuestas en el marco de la colección Le Brassus: un Carrousel Répétition Minutes Chronographe Flyback y un Tourbillon Carrousel, dos piezas que conjugan maravillosamente complicaciones jamás editadas hasta el día de hoy. Blancpain demuestra su absoluto dominio de la mecánica relojera en general, y en particular en aquella que consiste en aportar soluciones inéditas en lo que respecta al escape y a su órgano regulador, ya se trate de tourbillon o de carrusel.
El primer tourbillon presentado por Blancpain se remonta a 1989 con el calibre 23 de cuerda manual. Si en la actualidad una complicación como esta se ha convertido en un ejercicio de estilo practicado por numerosas manufacturas, al final de los años 80 muy pocas eran capaces de dominar dicha construcción. Sin embargo, Blancpain no se detuvo en tan buen camino. A este primer movimiento tourbillon le seguirá un segundo, el calibre 25 automático, que servirá de base para una multitud de alianzas del tourbillon con otras complicaciones. Entre ellas, podemos mencionar los movimientos tourbillon que también ofrecen la visualización de una fecha grande (calibre 6925), una fecha grande y los días de la semana (calibre 3725), o con dos husos horarios (calibre 5025), un calendario perpetuo (calibre 5625) y una fecha grande junto con una reserva de marcha indicada en la masa oscilante (calibre 4225). En cuanto al carrusel, éste hace su entrada triunfal en la colección 2008 bajo la forma de un Carrousel Volant Une Minute, nueva proeza técnica y nueva primicia mundial para Blancpain.
EN EL TIEMPO DE LOS “SIN RUBÍES”
¿Qué se oculta tras la terminología tourbillon y carrusel? Como precisa Mustapha Ahouani, responsable del taller de complicaciones de Blancpain, “los dos sistemas tienen un mismo objetivo: anular los efectos de la gravedad en los mecanismos relojeros. En efecto, debemos situarnos en el contexto histórico, es decir en 1801, año en el que Abraham-Louis Breguet registró su patente del tourbillon. En aquella época, los relojes de bolsillo sufrían de falta de precisión por distintos motivos, en particular debido a los problemas causados por el rozamiento ya que los relojeros aún no habían integrado el uso de rubíes. Además, las técnicas de producción eran más someras que hoy, de modo que los rodajes no eran óptimos. Como los relojes se llevaban en posición vertical, los agujeros en los que se colocaban los rodajes tendían a deformarse, perturbando tremendamente la precisión de marcha. Así fue como Abraham-Louis Breguet inventó el tourbillon con miras a remediar este problema”.
Prácticamente, el tourbillon se presenta bajo la forma de una jaula móvil en la que se incorporan el conjunto del escape y el regulador, el que por lo general se posicionaba en el centro. El piñón de la rueda de escape gira en torno a la rueda de segundos, que es fija. Cabe recordar que, en relojería, el escape es un mecanismo que se encuentra entre la fuente de energía –producida por el muelle real– transmitida por los rodajes y el órgano regulador constituido por el conjunto volanteespiral. El escape desempeña la función de mantener las oscilaciones del volante que, junto con el muelle espiral, cuenta el tiempo. Por lo general, la jaula del tourbillon da una vuelta por minuto compensando así las variaciones de marcha que se producen en posición vertical, la posición habitual de los relojes de bolsillo.
UN ASUNTO DE PRESTIGIO
“Aproximadamente un siglo después, el danés Bahne Bonniksen se dedicó a la misma búsqueda que Breguet, con el objetivo de anular los efectos de la gravedad terrestre, continúa Mustapha Ahouani. Como no podía caminar sobre los mismos pasos de su predecesor, creó el carrusel, que fue patentado en 1892. Efectivamente, Bonniksen deseaba realizar un dispositivo que ofreciera mayores prestaciones técnicas, que fuera menos costoso y más fácil de regular. Pero al fin y al cabo no logró estos objetivos. No obstante, cabe destacar que no por ello su invento dejó de ser interesante. La principal diferencia entre estos dos sistemas se basa en el arrastre de las fuerzas. En otras palabras, la cadena cinemática es más clásica en el caso del tourbillon”.
Al igual que el tourbillon, el carrusel incorpora los órganos del escape y de regulación en una jaula que gira sobre sí misma. El carrusel dispone de dos trenes de ruedas distintos y complementarios, la separación se efectúa a nivel del móvil de la rueda primera. Por un lado hacia el escape, por el otro hacia la transmisión de la jaula, cuyo objetivo es regular la velocidad de rotación de la jaula, una vuelta por minuto en el caso del carrusel Blancpain. Como el volante y su puente están posicionados sobre un platillo giratorio, resultó obvio el nombre carrusel. En su concepción, la construcción de un carrusel es más compleja que la de un tourbillon, ya que además exige un mayor número de piezas teóricamente más difíciles de equilibrar correctamente. Al final, incluso si con el carrusel se obtiene una mejor difusión de la energía, y por consiguiente menos pérdida de amplitud cuando el aporte energético decrece –lo cual es sinónimo de mayor precisión–, esta complicación no alcanzó el éxito de su hermano mayor el tourbillon. Durante mucho tiempo llegó a ser considerado como un dispositivo “bastardo”, netamente menos prestigioso que el invento de Abraham-Louis Breguet, por lo que el carrusel cayó en el olvido.
MEZCLA DE GÉNEROS
Blancpain se esforzó en poner las cosas en su lugar con la misma voluntad de innovación que prevaleció durante la realización de su tourbillon. En la presentación de esta pieza en 1989, la marca llegó al mercado con el tourbillon más fino jamás realizado, el cual, como si fuera poco, disponía de una impresionante reserva de marcha de 8 días. Para lograrlo, se tomó algunas libertades con respecto a la interpretación clásica de Breguet. El tourbillon Blancpain dispone así de un volante descentrado, que por lo general es una de las características del carrusel. Entonces, cuando Blancpain perfeccionó su carrusel, que disponía de una reserva de marcha de 100 horas, también se tomó la libertad de asociar los géneros posicionando el volante en el centro de una jaula que efectúa una rotación completa por minuto, características que por lo general se asocian al tourbillon.
A Blancpain sólo le faltaba asociar las dos complicaciones para admirar toda su fuerza mecánica. Hoy, el modelo Le Brassus Tourbillon Carrousel (del que hablaremos en detalle en nuestra próxima edición) conjuga con brío estos dos dispositivos, ambos volantes y posicionados respectivamente a las 12 horas y a las 6 horas, asociados a un calendario a las 3 horas y a una reserva de marcha en el fondo. Como lo explican en Blancpain, “las miradas se sorprenden inmediatamente por las diferencias y las similitudes de los mecanismos, así como por la belleza de su rotación. Ambas jaulas, independientes la una de la otra, están unidas por un diferencial que transmite el promedio de marcha de los dos reguladores a la visualización de las horas. Una corona exterior permite el armado simultáneo de los dos barriletes, al tiempo que garantiza un armado igual, para aportar a este guardatiempos toda su precisión y 7 días de reserva de marcha”.
UN TOURBILLON QUE PARECE ESTAR SUSPENDIDO EN EL AIRE
¡Claro! esta es la teoría. Pero en la práctica, ¿cómo nace un tourbillon en los talleres de la Manufactura de Le Brassus? “Antes de hablar del ensamblado de un tourbillon Blancpain, sería interesante conocer sus características, expone Gérard Marguet, de 55 años, quien llegó en 1988 a Frédéric Piguet, empresa de Le Sentier, hoy integrada en la Manufactura Blancpain. Se trata de un tourbillon volante un minuto, que también hace las veces de indicador de segundos, dotado de una reserva de marcha de 7 a 8 días. Como no tiene puente, la jaula está libre, lo que lo hace muy estético, con un solo puente de sujeción y pivotamiento situado en la parte inferior y apoyado sobre siete esferas de cerámica. En otras palabras, realmente da la impresión de fl otar en el aire. Otra particularidad: su tamaño. En efecto, el tourbillon Blancpain es un dispositivo extremadamente pequeño que se alberga en el calibre 25 automático, el movimiento de base de la gama de los tourbillons que sólo tiene 4,85 milímetros de grosor. Bajo ciertos aspectos, es un poco caprichoso y puede requerir hasta tres días de rodaje para que se ponga en su lugar después del montaje. Lo que nos permite seguir ensamblando otras partes del reloj para luego volver a la regulación del tourbillon propiamente dicha”.
En el taller de las complicaciones de Le Brassus, Gérard Marguet trabaja en colaboración con Christophe Lamy-Chappuis, de 44 años, quien también empezó a trabajar en Frédéric Piguet en 1989. Hoy, ambos son los maestros relojeros de todos los tourbillons producidos por Blancpain, sean cuales fueren las variantes y según las necesidades de la producción. Todo empieza con la recepción de los calibres en kits y con la selección de las piezas, algunas de las cuales ya están preparadas; por ejemplo, ya están dotadas de los rubíes y las clavijas, pernos y otras pequeñas piezas. La labor se realiza en el seno de la Manufactura Blancpain, en Le Sentier. Le sigue el trabajo de ensamblado en sí, que empieza con el mecanismo de remontoir y de puesta en hora. “Seguidamente colocamos los rodajes, luego ensamblamos el barrilete y su puente, al tiempo que controlamos los juegos de altura y efectuamos el aceitado de los puntos de fricción, precisa Christophe. Entonces empieza el ensamblado de la jaula del tourbillon, la parte más larga”.
DOS ENSAMBLADOS SUCESIVOS
Aquí, la experiencia relojera y el “dominio de los minuciosos gestos manuales” cobran toda su importancia en tanto que la jaula del tourbillon alberga el corazón del reloj, es decir el escape y el órgano regulador. “Los componentes elaborados que nos llegan de Blancpain a Le Sentier responden a las tolerancias máximas y mínimas exigidas, continúa Gérard. Por lo cual, necesariamente tenemos que proceder a los ajustes requeridos, particularmente en las paletas del áncora. Además, algunos de ellos ya están decorados, como el puente inferior que ya presenta el pulido negro, por ejemplo. Como esta pieza requiere ser manipulada unas diez veces, no podemos equivocarnos. La calidad de origen de sus componentes debe ser preservada ineludiblemente. En este sentido, el juicio del cliente es inapelable. Si llegara a constatar el más mínimo defecto que se hubiera podido producir durante el ensamblado, la reputación de Blancpain padecería. ¡Y, por supuesto, esto es algo que no nos podemos permitir!”.
Los dos relojeros empiezan con el ensamblado del escape, luego del volante y la espiral. Cuando ésta ha sido centrada y puesta a plano –operación denominada “la puesta en marcha”– el dispositivo ya es funcional. Todo se controla: las funciones, las penetraciones de las paletas del áncora que permiten controlar la fuerza del volante, o el acabado relojero. Falta definir los juegos de altura o corregir los juegos de altura de las piezas móviles, en este caso de la rueda de escape y del áncora con su volante. Llegados a este punto, ya no se trata de un montaje en blanco. Vale la pena mencionar que estos movimientos complejos siempre se montan una primera vez en blanco, luego se desmontan y se lavan antes de ser montados nuevamente. En otras palabras, el tourbillon se desmonta seguidamente para ser lavado y epilamado, una operación que evita el desbordamiento de los aceites y asegura la longevidad del producto. “El lavado es esencial, insiste Gérard. Como hacemos dos veces este trabajo en la jaula del tourbillon y manipulamos sus componentes, a veces para modifi carlos, hasta la más mínima partícula de polución, imperceptible a simple vista, podría crearnos un problema en el momento de la regulación. Tenemos que ser muy rigurosos en estas piezas tan complejas”.
“EL TOURBILLON PUEDE COBRAR VIDA”
Cuando sus partes funcionales ya están ensambladas, aceitadas y validadas, el tourbillon tiene que superar una serie de pruebas con su jaula bloqueada, como sobre un movimiento tradicional. “Medimos la marcha y la amplitud en las seis posiciones estándar, precisa Christophe. También efectuamos las medidas acústicas de tipo Witschi para el escape y un equilibrado dinámico del órgano regulador. Estas operaciones nos permiten efectuar la corrección de marcha defi nitiva del tourbillon interviniendo en los cuatro tornillos del volante de oro para aumentar o disminuir la inercia. Como estos retoques también se hacen a simple vista, no podemos equivocarnos”. Llegados a este punto, sólo falta efectuar la última operación, no menos delicada, la incorporación del tourbillon en su lugar definitivo diamantado, en el interior del movimiento. El piñón de segundos es el portador de la jaula, fijado en un paso de rosca de 0,30 milímetros. “Entonces el tourbillon puede cobrar vida, este es un momento de gran satisfacción, destaca Gérard con una gran sonrisa. Sólo nos queda efectuar un control de marcha adicional, en las mismas seis posiciones y respetando un período de rodaje para que el calibre se estabilice. Las variantes se van adaptando después pero son operaciones más sencillas. Debemos tener muchísimo cuidado, sobre todo en el aceitado de los puntos de fricción. Para terminar, todas estas operaciones se validan en Le Sentier durante siete u ocho días, en una etapa que denominamos ‘certificación’”.
Gérard y Christophe también son responsables de los carruseles Blancpain, de acuerdo con los mismos procesos de ensamblado. Para Christophe, “el trabajo es muy similar. Como hay más componentes, nos toma un poco más de tiempo. El carrusel se monta en piezas más aireadas, la jaula es más alta, lo que hace que el trabajo sea más fácil con respecto al tourbillon extraplano. Con la miniaturización, las dificultades surgen tanto en el ensamblado como en la regulación y el proceso se torna más complejo. La única diferencia notoria consiste en que en el carrusel, la regulación se hace a la antigua, un control de marcha diurno con un reloj piloto pues las medidas acústicas se ven perturbadas por el carrusel mismo, ya que genera más ruido que el tourbillon”. Al contrario de lo que algunos imaginan, los mecanismos evolucionan continuamente en Blancpain. Incluso los más complejos. En cuanto a los tourbillons, por ejemplo, la próxima etapa es la introducción del silicio, primero para la espiral y seguidamente para las asas del áncora y la rueda de escape. Esta tecnología la dominamos perfectamente en la Manufactura. “En efecto, ya hemos realizado varias pruebas en varios calibres, pero aún no en el tourbillon, precisa Mustapha Ahouani, aunque el calibre 2322 Tourbillon Carrousel ya está dotado de dos espirales de silicio. Sin lugar a dudas el silicio es el material del futuro pues ofrece una mejor estabilidad de marcha y, sobre todo, carece de magnetismo. En lo que nos concierne, el desarrollo del silicio dentro de nuestros movimientos es una etapa hacia la evolución y la mejora de los calibres, y nuestros relojeros están listos para enfrentarse a este desafío”.
CONTANDO LA HISTORIA DE LA RELOJERÍA
Por su parte, Gérard y Christophe ya tienen muy claras las nuevas exigencias requeridas por el silicio, pues es un material mucho más difícil de manipular. Pero por su recorrido, revelador de competencias excepcionales, ellos acogen la llegada de esta innovación sin mayor inquietud. “Un taller de complicaciones vive en continuo movimiento, insiste Christophe. Está demás decir que no nos aburrimos. Por último, el sueño de todo relojero es trabajar en piezas tan complejas como estas. No siempre es simple, ¡pero sentimos una gran satisfacción cuando entregamos estos relojes!”. “En efecto, el cliente no sólo adquiere un guardatiempos sino también un saber hacer, un producto que le cuenta la historia de la relojería, añade Gérard. Finalmente, si las técnicas de elaboración han cambiado considerablemente desde los tiempos de Abraham-Louis Breguet, nosotros somos sus herederos directos pues perseguimos los mismos principios de una relojería de calidad”.
Control de los procesos, repetición de los controles, meticulosidad, respeto al trabajo efectuado por otras manos, preocupación por el buen hacer y, sobre todo, la calma indispensable para la seguridad de los minuciosos gestos manuales. Estas son las cualidades que los relojeros ponen de relieve para califi car su trabajo. “Nos encontramos al final de la cadena de producción de piezas que tienen un alto valor añadido, concluye Gérard. A todas luces, se trata de tomar consciencia y de poner nuestra experiencia al servicio de este último eslabón relojero; pues no debemos olvidar algo fundamental en nuestros ofi cios: hacemos un trabajo de equipo y el primer eslabón es tan importante como el último”. No nos cabe la menor duda de que en la quietud del Valle de Joux, el taller de las complicaciones Blancpain ha encontrado una cuna propicia para la realización de relojes de excepción.
EDITORIAL RESPONSABLE DE PROYECTO EDITORES JEFE AUTORES ADAPTACIÓN ESPAÑOLA |
CONCEPTO, DISEÑO GRÁFICO, DISEÑO Y REALIZACIÓN DIRECCIÓN ARTÍSTICA FOTOLITOGRAFÍA FOTOGRAFÍAS Fecha de salida: Agosto 2013
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