Capítulo 7
Una combinación ideal: un calendario perpetuo y ocho días de reserva de marcha.
El calendario perpetuo se considera, con mucha razón, una realización emblemática entre las complicaciones relojeras. Su mecanismo, extremadamente práctico, cumple su misión con la mayor serenidad y discreción; trabaja fielmente en la sombra, oculto a las miradas, haciendo girar lentamente las ruedas y los rodajes, que tienen en cuenta las curiosas particularidades del ciclo de los años bisiestos del calendario gregoriano. Ningún aspaviento ni ningún destello atraen la atención en su esfera, dotada de excepcionales encantos visuales para presentar, con sencillez y distinción, la visualización exacta de la fecha a lo largo del tiempo.
El ingenio de un calendario perpetuo consiste en proporcionar una serie de informaciones que los conocedores saben apreciar como las más valiosas de las funciones adicionales. Su utilidad es aún mayor cuando está asociado a un movimiento que ofrece una reserva de marcha de ocho días. La feliz unión de estas dos virtudes ha dado vida a un reloj que tiene la capacidad de funcionar de manera autónoma durante más de una semana con un calendario que siempre proporciona la información correcta. Esta es precisamente la vocación del nuevo Villeret Quantième Perpétuel 8 Jours.
En las últimas tres décadas, Blancpain ha propuesto una gran variedad de calendarios perpetuos en sus colecciones, algunos de ellos asociados a otras complicaciones relojeras —como la visualización de la ecuación del tiempo y los cronógrafos con o sin ratrapante, sin olvidar los tourbillons y las repeticiones de minutos. A pesar de esta larga tradición, el Villeret Quantième Perpétuel 8 Jours es totalmente nuevo, ya que nace de una página en blanco y su refi nado movimiento integra dos pilares de la concepción relojera de Blancpain: un mecanismo de seguridad y los correctores disimulados bajo las asas.
Si bien la noción de seguridad es fácil de describir, su aplicación presenta algunas dificultades. Todos los mecanismos del calendario incluyen necesariamente una manera de ajustar las indicaciones si por algún motivo el reloj deja de funcionar debido al agotamiento de sus reservas de energía. Cabe destacar que toda la industria relojera está confrontada en lo que se refiere a este problema recurrente y cada marca elige libremente la solución que considera más apropiada. Por definición, los dispositivos de calendario modifican cotidianamente las indicaciones realizadas por un conjunto de rodajes. No obstante, si el propietario del reloj intenta ajustar manualmente las visualizaciones de una de estas construcciones estándar mientras el movimiento ha empezado a efectuar el cambio automático —o, para expresarlo de otra manera, mientras los rodajes ya han empezado a efectuar las modificaciones requeridas—, corre el riesgo de dañar el delicado rodaje. Para contrarrestar este peligro, la práctica usual consiste en incluir unas severas recomendaciones en el manual de utilización, que por lo general aparecen en negrita y especifican las horas del día en que está prohibido efectuar cualquier tipo de ajuste manual al calendario.
Blancpain considera que estas prohibiciones son una respuesta insuficiente para un auténtico dilema. En efecto, ¿qué amante de la relojería se alegra de tener que buscar el manual cada vez que su reloj requiere un ajuste? Entonces, ¿por qué no concebir el movimiento de tal manera que esté protegido en todo momento frente a los eventuales daños provocados por un ajuste manual? Es decir, ¿por qué no producir un movimiento “seguro”? Este es precisamente el objetivo alcanzado por Blancpain en todos sus nuevos movimientos de calendario desde el lanzamiento en 2009 del calibre 66R9 (con calendario completo y visualización de las fases de la luna). El nuevo Villeret Quantième Perpétuel 8 Jours sigue este ejemplo y ofrece una construcción segura. El propietario tiene la libertad de activar cualquiera de los cuatro correctores (para el calendario, el día de la semana, el mes y las fases de la luna) en todo momento, sin riesgo de dañar el mecanismo. Esta característica eleva a este nuevo modelo de la colección Villeret al rango de creación de excepción, a la vanguardia de los calendarios perpetuos actualmente disponibles en el mercado.
El segundo mecanismo emblemático de Blancpain presente en el nuevo Villeret Quantième Perpétuel 8 Jours es el sistema patentado de correctores bajo asas, exclusivo de Blancpain. En el momento de elegir la mejor manera de ajustar manualmente las indicaciones del calendario, el mundo relojero prefiere, casi por unanimidad, los correctores dispuestos en la carrura de la caja. Como estos tienen forma de hoyuelo, requieren una herramienta correctora especial en forma de estilete. Igual que cuando el dueño debe buscar el manual de instrucciones en el momento de hacer los ajustes de las visualizaciones para asegurarse de que procede correctamente, también se ve obligado a hallar la herramienta de corrección que le entregaron con el reloj y que, por lo general, se deja en el estuche de presentación. El sistema de correctores bajo asas desarrollado por Blancpain hace que el uso de un instrumento de corrección sea innecesario.
En lugar de estar dispuestos en la carrura, los correctores residen bajo las asas y se manipulan con facilidad con la punta del dedo. Las cuatro indicaciones se corrigen en unos segundos: basta con sujetar el reloj con una mano y presionar los correctores con un dedo de la otra.
Esta solución presenta una ventaja suplementaria: la supresión de los hoyuelos antiestéticos que, con frecuencia, deslucen la carrura de los relojes equipados con un calendario perpetuo. Con los correctores bajo las asas, los flancos del nuevo Villeret quedan perfectamente lisos, tal como corresponde a un prestigioso reloj animado por un movimiento con complicación.
Concentrémonos ahora en la característica esencial de este calibre, es decir, el calendario perpetuo. Su funcionamiento reposa en tres componentes principales. El primero es una rueda de 24 horas cuya rotación diaria acciona el cambio de la fecha, del día de la semana y de las fases de la luna, así como del mes, al fi nal de cada uno de ellos. El segundo es la rueda de programación, cuya forma toma en cuenta el largo de cada mes en el transcurso del ciclo de cuatro años de los años bisiestos (tres años de 365 días seguidos por un año de 366 días). Y el tercero es la palanca central (llamada “gran báscula”), que coordina los cambios del calendario, del día de la semana e indirectamente del mes.
Resulta relativamente fácil comprender el funcionamiento de la rueda de 24 horas, pues es la encargada de realizar los cambios cotidianos. Su rotación arrastra una cama que entra en contacto con una pequeña leva para hacer progresar el disco de las fases de la luna y un espigón dispuesto en la gran báscula. Esta última está dotada de una primera sección que penetra en la rueda de siete dientes para el día de la semana y de una segunda que engrana con la rueda de 31 dientes del calendario. Como la rueda da una vuelta completa cada 24 horas, las indicaciones avanzan un día en el momento en que la leva actúa sobre las dos palancas.
En el trascurso del mes, el cambio cotidiano efectuado por la gran báscula también resulta relativamente fácil de comprender. Cuando la leva impulsa la cama sobre la rueda de 24 horas, el desplazamiento provocado hace avanzar un diente la rueda del día de la semana y la rueda de la fecha. Cada diente representa, obviamente, un día. A partir de esta descripción, los expertos reconocerán sin duda estos componentes al mirar una plancha de calendario sin necesitar de más explicaciones. Si desean identificar la rueda de la semana, buscarán una de siete dientes.
Para la rueda del calendario, la de 31 dientes. Y para los meses, como es obvio, la de doce dientes. La situación se vuelve aún más interesante al final del mes debido a que la rueda de 31 dientes arrastra una cama. Tomemos el ejemplo de un mes simple de 31 días. El día en que la rueda de la fecha avanza gracias a la báscula de la fecha del 31 al 1, su cama engrana una rueda de doce dientes al desplazar un diente (aunque eso usted ya lo había adivinado, ¿verdad?). Este cambio se transmite, a su vez a la indicación del mes y a la rueda de programación, que provoca el avance al mes siguiente.
Dos posiciones de la gran báscula (en verde) el 30° día del mes. En los meses de 30 días, la palanca central pasa a una posición inferior que hace que el dedo (en azul) en la leva dispuesta bajo la rueda de la fecha de 31 dientes (en rosa) avance hasta el 1°. En los meses de 31 días, la gran báscula adopta una posición más elevada, de modo que el dedo (en azul) no puede impulsar la leva situada bajo la rueda de la fecha de 31 dientes. El dedo de la gran báscula (en verde) impulsará en este caso un diente de la rueda de la fecha, haciéndola avanzar un solo día, del 30 al 31.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando el mes tiene menos de 31 días? Es precisamente entonces cuando interviene la rueda de programación. Esta rueda posee una serie de zonas dentadas que corresponden a los meses de menos de 31 días. En la construcción de Blancpain, la rueda de programación, que efectúa una revolución por año, se caracteriza por las zonas dentadas situadas en su contorno, que permiten programar el ciclo completo de los meses de 28, 30 y 31 días. La ingeniosa confi guración de la gran báscula “transforma” estas zonas dentadas en los correspondientes cambios de mes y de fecha para los meses de menos de 31 días. En efecto, este componente está provisto de dos dedos situados en la porción que se encuentra frente a la rueda de la fecha de 31 dientes. El primero engrana la rueda de la fecha cada 24 horas para hacer avanzar un diente el calendario, mientras que el segundo se engrana únicamente cuando la extremidad opuesta del brazo de la báscula entra en contacto con las zonas dentadas de la rueda de programación. Este posicionamiento es extremadamente preciso, ya que se produce el día 30 de los meses cortos, exceptuando febrero. Cada vez, el segundo dedo impulsa la rueda situada bajo la rueda de 31 dientes, haciéndola pivotar más que el adelanto habitual de un día efectuado por el otro dedo. Así, en lugar de ordenar su paso del 30 al 31, el segundo dedo le da una rotación complementaria que la desplaza hasta el 1. En los meses de 31 días —es decir, aquellos durante los cuales el espigón dispuesto en la extremidad alejada de la gran báscula progresa sobre la zona saliente de la rueda de programación—, el segundo dedo se impulsa hasta una posición en la que le resulta imposible entrar en contacto con la rueda situada bajo la rueda de 31 dientes, es decir, en el lugar en el que solo se produce un avance de un día para desplazar la aguja del 31 al 1.
Esta vista de la leva de los meses (en azul) permite apreciar su variado perfi l, adaptado a los distintos largos de los meses del año. En este esquema, octubre es el mes en curso y la rueda de la fecha (en rosa) se encuentra sobre el 31 del mes. El dedo inferior de la gran báscula (en verde) efectuará el cambio al 1° de noviembre impulsando a media noche un diente de la rueda de la fecha.
Febrero es el mes peliagudo, pero a la vez es el que permite a los calendarios perpetuos completos hacer alarde de sus competencias inauditas y distinguirse de los calendarios anuales, que solo están programados para los meses de 30 y 31 días. Sobre la rueda de programación que gira una vez por año se encuentra otro disco que representa el ciclo de los años bisiestos. Esta rueda suplementaria, que gira una vez sobre sí misma en ocho años, posee dos protuberancias para dirigir el avance de las indicaciones en los años bisiestos (una para cada uno de los dos años bisiestos que aparecen en el transcurso de su rotación de ocho años). Los meses de febrero “normales”, de 28 días, están representados en la rueda de programación por unas hendiduras más profundas. Cuando la espiga en la extremidad de la palanca de centro cae en esta parte más profunda, posicionada para que suceda el 28, esto ordena al segundo dedo el arrastre de tres dientes en lugar de uno en la rueda que se halla bajo la rueda de 31 días. Este movimiento provoca, por consiguiente, un avance del 28 al 1. Las dos protuberancias sobre el disco de ocho años modifi can la situación en dos aspectos. Si la espiga ubicada en la parte inferior de la palanca central sigue la forma de la rueda de programación de un año, otra espiga dispuesta sobre la parte superior de la palanca central encuentra, en el año bisiesto, otra de las partes salientes de la rueda de ocho años, que prevalece sobre la rueda de programación situada por debajo. Cuando una protuberancia entra en contacto con la espiga dispuesta sobre la palanca superior, esta se desplaza un día hacia adelante a la zona de penetración profunda, del 28 al 29, y ordena el avance del 29 dos días.
La mayoría de calendarios perpetuos no dispone de indicación de segundos. De hecho, diversos modelos anteriores de Blancpain con calendario perpetuo entraban en esta categoría. Sin embargo, la manufactura deseó integrar en el nuevo Villeret Quantième Perpétuel 8 Jours el confort que ofrece la visualización de los segundos en la esfera. ¿Acaso no es reconfortante echarle un vistazo a la esfera del reloj de vez en cuando para seguir las evoluciones del segundero?
Antes de terminar este examen, destacaremos dos consideraciones que llamaron nuestra atención por su construcción inteligente. Definitivamente, la incorporación de un segundero en el mecanismo no es una labor sencilla y la elección de su ubicación está dictada por criterios estéticos. Para obtener una ubicación simétrica con la posición de visualización de la gran fase de la luna y encontrar un perfecto equilibrio con las esferas subsidiarias del calendario, del día de la semana y del mes, y al mismo tiempo centrar el segundero pequeño en la luna, fue necesario modificar la posición habitual del eje del segundero pequeño. La incorporación de un sistema de cuatro ruedas suplementarias en la parte posterior del movimiento permitió afrontar este desafío.
El movimiento de base observa los mismos principios de construcción que todos los nuevos calibres de Blancpain y ofrece una reserva de marcha de ocho días gracias a sus tres barriletes. Su volante es de titanio —un invento patentado— y comprende cuatro tornillos de oro para la regulación de la precisión de la marcha. Los sistemas de tornillos son, en efecto, netamente más resistentes a los golpes que el habitual ajuste mediante un sistema de raqueta, elegido por la mayoría de las marcas. La espiral, realizada en silicio, asegura una elevada resistencia a los campos magnéticos y garantiza, junto con el sistema de tres barriletes concebido para igualar la fuerza de los muelles a medida que se vacían, una precisión constante durante toda la reserva de marcha. Según una noble tradición, la platina y los puentes del movimiento están achafl anados y decorados a mano con Côtes de Genève y lucen un motivo perlado efectuado a mano, mientras que el rotor de oro macizo está guilloché.
El Villeret Quantième Perpétuel 8 Jours se presenta con una caja de 42 milímetros en oro rojo o platino. De esta última versión se editarán únicamente 188 ejemplares. La esfera curvada en esmalte gran fuego con números romanos destaca aún más el exquisito refinamiento de este reloj.