Capítulo 6
Delicadas, diversas y de extraordinaria precisión.
Como apasionado conocedor del mundo de los relojes, ¿se ha detenido alguna vez a inspeccionar las agujas de un reloj? ¿Lo ha hecho realmente a fondo? Tenga presente, antes de contestar, que no nos referimos a una simple mirada, por muy intensa que sea, sino a la escrupulosa observación de sus minúsculos componentes bajo todos sus aspectos, de preferencia con una lupa y con la firme intención de sumergirse en ellas para aprehender hasta los más mínimos detalles de su forma y acabados. Durante esta inmersión, o a más tardar cuando regrese a la superficie, le vendrán a la mente muchas ideas. En primer lugar, se dará cuenta de que incluso una aguja recta, de apariencia elemental, no es en realidad tan simple, y que un atento examen puede revelar unas características y unos contornos maravillosamente complejos. Después, por supuesto, se interrogará acerca de la manera de fabricar objetos tan finos y delicados. Y finalmente, tras esa inmersión en el mundo de las agujas y su retorno a la superficie, estará decidido a viajar a la planta de la manufactura Universo, en La Chaux-de-Fonds, para descubrir los secretos que se esconden tras la diversidad de estilos y calidades que ostentan las agujas de Blancpain.
Probablemente no se sorprenderá al saber que la producción de agujas constituye una de las grandes especialidades relojeras. Las raíces históricas de este minucioso trabajo artesanal nos muestran una proliferación de pequeños talleres repartidos por toda Suiza. Cada uno respondía a una serie de necesidades específicas de los fabricantes situados en las cercanías. En su estructura actual, Universo, que pertenece al mismo grupo que Blancpain y confecciona todas las agujas empleadas por la manufactura, vio la luz hace más de un siglo con la fusión de quince pequeños talleres. A lo largo del tiempo, Universo reforzó su posición y en 1924 creó ocho plantas suplementarias. Durante la década de 1940 cerraron sus puertas unos cuarenta talleres, pero en 1949 se inauguró una fábrica en Vallorbe, a unos kilómetros del Valle de Joux, que reunió la producción de una docena de talleres anteriormente diseminados. A pesar de estar legalmente unidos y consolidados desde un punto de vista administrativo y financiero, funcionaban como empresas independientes y manejaban sus actividades sin necesidad de concertarse recíprocamente. En cierto modo, esta manera autónoma de operar en talleres dispersos reflejaba las raíces artesanales históricas de este oficio, cuyo objetivo consistía en responder a la demanda formulada por los fabricantes relojeros que deseaban distinguir su producción con un estilo de agujas particular. Un estudio profundo de este universo revela la inmensa variedad de agujas existente, no solo en cuanto a su apariencia sino también a su calidad. Este sistema, basado en el elevado nivel de independencia de cada taller, permitió que esta diversidad floreciera y prosperara.
En la actualidad se mantiene la amplia demanda de estilos variados, e incluso podemos afirmar con certeza que es mayor que nunca. Blancpain, por ejemplo, propone seis colecciones, y cada una de ellas presenta sus propias características emblemáticas. Cuando la manufactura adoptó en los años 1980 la forma actual, su producción estaba compuesta por una línea de estilo único. No obstante, el abanico de agujas es incomparablemente más vasto que el número de colecciones, pues en una misma colección pueden coexistir grandes diferencias de diseño. Si tomamos el ejemplo de la colección Fifty Fathoms, veremos que los modelos Bathyscaphe poseen una identidad distinta a la del resto de los relojes de la serie. Y no solo eso: entre los mismos modelos Fifty Fathoms hay una gran diferencia entre las agujas empleadas en una caja de cerámica y en una de acero. Un minucioso análisis permite constatar que incluso en un mismo reloj, como en el Villeret Quantième Perpétuel 8 Jours, puede haber una gran variedad de agujas, de formas y colores distintos: agujas hoja para las horas y los minutos, pequeñas agujas azuladas para los contadores y agujas de colores contrastados para los segundos. Así, a pesar de que hoy la manufactura Universo ha conseguido vencer la dispersión de sus fuerzas productivas y ha podido integrar el conjunto de sus actividades bajo un mismo techo, lo ha hecho de tal manera que ha logrado permanecer fiel a sus orígenes. Hoy, al proponer una multitud de formas y estilos radicalmente opuestos, sigue satisfaciendo un gran número de demandas específicas. Para lograrlo, Universo reúne entre sus paredes numerosos métodos y técnicas, utilizados en función del diseño particular de cada aguja.
Un día entero en La Chaux-de-Fonds no basta para comprender el proceso y penetrar los secretos celosamente guardados que presiden la confección de las agujas de Blancpain. En este ámbito la diversidad es el mandamiento supremo, pues para fabricar las agujas de un solo reloj se requieren numerosas técnicas, sin olvidar los distintos modelos que entran en la composición de una colección.
Veamos algunos principios esenciales y unas nociones de base para comprender el modo de fabricación de las agujas. En primer lugar, la mayoría se construye en una sola pieza denominada “plancha”. La plancha está compuesta principalmente por la “cabeza” (perforada y completada con un “cañón” para ajustarse al eje común) y el “cuerpo” (es decir, el brazo terminado en punta). Algunas agujas, como la trotadora del cronógrafo o el segundero central, poseen una tercera parte, el “contrapeso”, que se encuentra en el lado opuesto del cuerpo.
El proceso de producción de las agujas de las horas y de los minutos empieza por el agujero y el cañón. En función del largo de la aguja, se definen las características y las tolerancias para su ulterior ajuste al eje. La calidad de la fijación vendrá garantizada por la precisión del cañón y del agujero calado en la plancha.
En cuanto a las agujas que necesitan un cañón largo, el agujero se efectúa a mano y el cañón se remacha igualmente a mano para colocarlo en su lugar. Las agujas de generosas dimensiones, como los segunderos centrales o las trotadoras de cronógrafo, necesitan cañones largos, ya que se desplazan con rapidez (como bien saben los conocedores, la vuelta a cero de la trotadora de un cronógrafo actúa de manera especialmente rápida, casi brusca, por lo que requiere una fijación particularmente robusta). Un cañón muy largo asegura que la aguja permanecerá firmemente acoplada a su eje. Este proceso está sometido a exigencias de precisión extremadamente altas y las tolerancias de Blancpain son de una milésima de milímetro.
Los fabricantes de agujas pueden elegir distintos métodos para confeccionar sus planchas. El corte, por ejemplo, se utiliza para las agujas de las horas y de los minutos de la colección Villeret, que se distinguen por su espléndido esqueletizado en el centro del cuerpo, obtenido con la misma técnica. Después del corte, un artesano especializado realiza el primer pulido de manera artesanal. Para ello, pega las agujas sobre un soporte y, siguiendo las más nobles tradiciones relojeras, procede al pulido individual. En una segunda etapa, las agujas se lavan y se examinan meticulosamente. Tras este control visual, la de las horas se estampa delicadamente para crear un hilo decorativo gracias a un ángulo visible sobre el contorno de la cabeza. La misma técnica sirve para dar al cuerpo una forma ligeramente redondeada. Seguidamente, la aguja de los minutos recibe una ornamentación suplementaria denominada gouge que confiere al centro de la cabeza un interés visual adicional. En contraste, la aguja de las horas no recibe este tipo de ornamentación. ¿Por qué? Simplemente porque no se vería, ya que la cabeza de la aguja de los minutos cubre completamente la de las horas.
Las siguientes etapas incluyen un segundo pulido en cada aguja para obtener un efecto brillante. A esta operación le sigue el lavado y una nueva inspección. Como las agujas de la línea Villeret de Blancpain son ligeramente curvadas, los especialistas también verifican que el cuerpo tenga el arco correcto y que la cabeza esté perfectamente plana.
En función de la complicación existen procesos adicionales. El Villeret Quantième Perpétuel 8 Jours, por ejemplo, presenta agujas azuladas para la indicación de los meses, del día de la semana y de la fecha. Mientras muchos fabricantes relojeros recurren a procesos químicos o galvánicos para lograr el color deseado, Blancpain respeta fielmente los usos ancestrales que preconizaban el tratamiento térmico. Se necesita una gran pericia para obtener un color uniforme en toda la superficie de la aguja y en las distintas agujas del mismo reloj. Después del azulado, se controlan minuciosamente el color, el plano perfecto y la forma de cada aguja.
Las cosas se complican más cuando se trata de las serpentinas azuladas de Blancpain que se encuentran en el Villeret Calendrier Complet Phases de Lune. Este tipo de aguja, empleada para la indicación de la fecha, rinde tributo a una tradición histórica. En efecto, los relojeros las usaban para destacar algunas informaciones suplementarias como la fecha, ya que su forma específica permitía distinguir las indicaciones adicionales de las horarias. Como las agujas serpentinas de Blancpain son de color azul, están sometidas al mismo tratamiento térmico que las agujas rectas de los contadores. Al final del azulado, cada aguja se examina bajo la lupa para verificar la uniformidad del color, su plano perfecto y su forma.
Las agujas largas y finas, como las empleadas en un cronógrafo, deben superar una etapa suplementaria: se colocan en una plaque à rectifier (placa de rectificar) para verificar que estén perfectamente planas. En caso de necesidad, se deberán enderezar a mano.
Las agujas de los relojes Fifty Fathoms y Bathyscaphe deben someterse a otros tratamientos. El más importante consiste en añadir material luminiscente para que brillen en la oscuridad. Este producto, denominado Super-LumiNova, se aplica a mano. El artesano especializado deposita el material luminiscente bajo el cuerpo de la aguja, colocada al revés para rellenar la parte esqueletizada. El proceso necesita tiempo y paciencia, ya que Blancpain ha dictado normas muy estrictas en cuanto al grosor del revestimiento luminiscente. Si la capa supera las tolerancias fijadas, el exceso podría rayar las otras agujas (pues la de los minutos evoluciona sobre la de las horas), o bien la esfera (pues la de las horas es la más cercana a esta superficie). Se necesita un trabajo suplementario para los segunderos centrales o las trotadoras del cronógrafo del Bathyscaphe, cuya extremidad roja está pintada a mano. Para aumentar la legibilidad cuando la aguja pasa cerca de la vuelta de las horas, la flecha debe estar ligeramente orientada hacia abajo. Una vez más, esta operación se realiza a mano, aguja por aguja.
Las trotadoras de los cronógrafos reciben un tratamiento particular debido al contrapeso. El diseño de Blancpain exige que esta pequeña parte sea corta en oposición simétrica al cuerpo largo y fino de la aguja. La dificultad reside en crear una aguja gruesa en una de sus partes, el contrapeso, y fina en la otra, la punta. La solución no consiste en añadir materia al contrapeso, sino en retirarla del cuerpo. Por consiguiente, al inicio del proceso de producción este tipo de agujas tienen el mismo grosor que el contrapeso y progresivamente se retira una cierta cantidad de materia bajo el cuerpo de la aguja.
Uno de los placeres de los coleccionistas de relojes consiste en descubrir los numerosos elementos y oficios que intervienen en la confección de un reloj espléndido: los componentes del movimiento, las cajas, las esferas, las decoraciones artísticas, los brazaletes… Y, naturalmente, las agujas. •