Capítulo 7
2011–2015 Expediciones Pristine Seas con Blancpain.
En 2011 Blancpain se unió y brindó apoyo al proyecto National Geographic Pristine Seas con el fin de explorar, inspeccionar y ayudar a proteger los últimos lugares salvajes del océano.
Nuestro bienestar depende en gran medida de los océanos. No solo nos proporcionan alimento, sino que aportan más de la mitad del oxígeno que respiramos y absorben una cuarta parte de las emisiones de carbono que lanzamos a la atmósfera. Paradójicamente, solo el 1 por ciento de los océanos están totalmente protegidos frente a actividades humanas como la pesca intensiva, que no da tiempo a que los peces se reproduzcan. El objetivo de las Naciones Unidas para 2020 es tener un 10 por ciento de los océanos bajo protección, aunque algunos estudios científicos señalan que la cifra debería ser como mínimo del 20 por ciento.
National Geographic Pristine Seas y Blancpain están trabajando juntos para llenar este vacío. Un equipo dedicado a la preservación de los océanos prístinos lleva a cabo expediciones a áreas remotas e investigaciones científicas innovadoras, y produce películas y material mediático altamente persuasivos para inspirar a los líderes de los países y ayudarlos a salvar estas áreas antes de que sea demasiado tarde. Se trata de lugares salvajes que, pese a ser remotos y casi inhabitados, están siendo explotados por flotillas de pesca de larga distancia. Es por tanto crucial protegerlas y establecer vastas reservas marinas (es decir, convertirlas en “parques nacionales del mar”).
Hasta la fecha, Pristine Seas y sus colaboradores han inspirado a los líderes para que protejan 3 millones de kilómetros cuadrados de zonas marinas en siete países con océanos tropicales y templados. Esto equivale a más de la mitad de la superficie oceánica actualmente protegida (a esto habrá que sumar otras reservas en vías de protección).
Estos lugares impolutos son los últimos rincones salvajes que quedan en los océanos. Son como máquinas del tiempo, capaces de transportarnos miles de años atrás. Eso nos permite entender lo que hemos perdido a lo largo de siglos de sobreexplotación y contaminación. Y, más importante aún, nos ayudan a decidir cómo queremos que sean los océanos en el futuro: contaminados y sin peces o parecidos a estos lugares ricos y llenos de diversidad que estamos protegiendo. Apostamos por los segundos, pues necesitamos unos océanos sanos.