Capítulo 1
Un cronógrafo de inspiración totalmente vintage que, como su ancestro, responde a todo lo que se espera de un cockpit.
Dicen que «en la vida, el tiempo lo es todo». Quizás no sea así en todos los ámbitos, pero en algunos no se puede subestimar su importancia. Después de la Segunda Guerra Mundial y antes de que el mundo submarino se abriera realmente a la exploración, los buzos necesitaban desesperadamente un instrumento de medición fiable para asegurarse el suministro de aire durante la inmersión. El Fifty Fathoms de Blancpain fue el primer reloj capaz de asumir esta función. Gracias a su sistema innovador de bisel giratorio —dotado de un punto de referencia que se coloca frente a la aguja de los minutos al inicio del buceo y permite leer sobre el bisel el tiempo trascurrido—, los buzos podían controlar cuánto tiempo pasaban bajo el agua.
En la década de los 50, la aviación también se vio en la necesidad de contar con instrumentos de cronometraje. En el caso de una inmersión bastaba con una tolerancia de uno o dos minutos, que era lo que ofrecía la medición con el bisel, pues el objetivo era evitar que el buzo se quedara sin aire. De hecho, cuando la Marina alemana encargó sus relojes de buceo a Blancpain consideró que era suficiente con marcar el punto de referencia sobre el bisel giratorio ya que el buzo no necesitaba ninguna otra información para controlar el tiempo de inmersión. En el cielo, en cambio, las exigencias eran distintas. Los pilotos, en particular cuando navegaban con instrumentos, necesitaban realizar cálculos de tiempo, distancia o velocidad en tierra con una gran precisión, midiendo los intervalos con una tolerancia de un segundo. Por ejemplo, para realizar una aproximación por instrumentos, por lo general, el piloto desciende a una altitud mínima predeterminada que puede mantenerse durante un intervalo de tiempo preciso tras pasar por un punto de referencia (denominado «fijo»). Si no ve la pista al final de este intervalo, debe interrumpir la aproximación y empezar a ascender1. Afortunadamente, esto se puede controlar con un cronógrafo. ¿Qué mejor manera de medir un intervalo con una precisión de un segundo que usar un cronógrafo? Al pasar por el fijo, el piloto ponía en marcha el cronógrafo y controlaba el tiempo predefinido hasta la expiración. Evidentemente, también hubiera sido útil un cronógrafo bajo el agua, el problema es que en los 50 aún no se habían desarrollado juntas de hermeticidad eficaces para los pulsadores. Por tanto, los buzos usaban un bisel y los pilotos un cronógrafo.
1 Lo que se describe tiene un nombre un tanto engañoso: enfoque de «no precisión» con instrumentos. Aunque la nomenclatura utiliza el término de «no precisión», se necesita un cronometraje extremadamente preciso. Las aproximaciones de precisión, denominadas ILS (Instrument Landing System) constituyen la norma actual. Las aproximaciones ILS, extremadamente precisas, establecen una trayectoria de alineamiento y de progresión hacia la pista y una pendiente que define el descenso.
Las exigencias de la aviación dieron lugar a una característica añadida a la función cronógrafo. Durante el vuelo, al pasar por un fijo, el piloto no solo debe anotar el tiempo que ha transcurrido, sino también lanzar el cronometraje hasta el siguiente fijo2,3. Con un cronógrafo clásico de dos pulsadores el piloto tendría que, en este orden, presionar el pulsador superior para detener la carrera del cronógrafo y anotar el tiempo transcurrido, presionar sobre el pulsador inferior para efectuar la vuelta a cero y volver a presionar sobre el pulsador superior para activar de nuevo el cronógrafo. Es decir, tres acciones sucesivas. La función flyback reduce considerablemente esta labor. Una sola presión sobre el pulsador inferior asegura la parada, la vuelta a cero y el arranque inmediato. Esta ventaja hizo que los cronógrafos de aviación integraran la función flyback.
En el aire hay una dimensión adicional. Desde el inicio de su formación, los pilotos aprenden a manejar la cuenta atrás. Tras pasar por un fijo necesitan saber de cuántos minutos disponen hasta el siguiente. Básicamente, cada fijo es un «destino», y el control del progreso hacia ese destino es parte de la disciplina de vuelo. Para efectuar esta cuenta atrás, el bisel es la solución perfecta. No obstante, las marcas de este bisel son muy diferentes a las de un reloj de buceo. Los buzos miden el tiempo transcurrido de la siguiente manera: al principio de la inmersión colocan el punto de referencia del bisel frente a la aguja de los minutos y leen el tiempo transcurrido con la aguja de los minutos sobre la graduación en el sentido horario del bisel. En el caso de los aviadores, en cambio, las cifras o índices del bisel están dispuestos en el sentido contrario a las agujas del reloj. El piloto indica el tiempo estimado hasta el siguiente fijo (o destino) frente a la aguja de los minutos y lee el tiempo restante sobre el bisel. El punto de referencia corresponde a la expiración del plazo.
Así, un instrumento de aviación digno de este nombre ofrece dos modos de cronometraje distintos: un cronógrafo con función flyback para el tiempo transcurrido y un bisel para la cuenta atrás. Ambos desempeñan un papel importante en el aire.
El reloj Blancpain Air Command desarrollado en los años 50 incluía los dos: un cronógrafo flyback con segundero central y contador de 30 minutos; y un bisel giratorio de cuenta atrás.
2 Los sistemas de navegación modernos, ya se trate de un GPS o de un VOR (VHF Omnidirectional Range, que define los sistemas de radianes en un círculo completo de 360° alrededor del punto fijo del emisor) combinado con un DME (Distance Measuring Equipment), reducen considerablemente la tarea de la tripulación: ofrecen información constante sobre la posición, incluyendo una medida permanente de la velocidad en tierra. Esto no era así en 1950.
3 El cronometraje es tan importante que los pilotos aprenden que es lo primero que tienen que establecer cuando pasan por un fijo. Los pilotos son entrenados en las cinco T: Time, Turn, Throttle, Tune, Talk (tiempo, rotación, aceleración, ajuste, conversación), una pequeña fórmula para recordar la lista de las acciones necesarias. El tiempo siempre es lo primero.
El Air Command es probablemente el reloj de Blancpain más inaudito de su época. Lamentablemente, debido a esta singularidad es todo un reto rastrear su historia. No se ha encontrado ningún documento relacionado con su producción o su comercialización. Los únicos rastros existentes son los que aparecen esporádicamente en las subastas, donde alcanzan precios estratosféricos, así como los recuerdos dispersos entre los descendientes de la gran familia Blancpain de los años 50. Si reunimos los relojes que se han encontrado, algunos recuerdos y una dosis razonable de especulación, podemos obtener una representación puntillista de su pasado.
Allen V. Tornek fue durante muchas décadas el distribuidor estadounidense de Blancpain. Como recuerda su hijo Larry, Tornek quiso repetir ante la U.S. Air Force el éxito alcanzado ante la U.S. Navy con el Fifty Fathoms —ganó el concurso público para la elección del reloj de buceo oficial—. Siguiendo con su práctica habitual, convenció a Jean-Jacques Fiechter, que dirigía Blancpain con su tía Betty, para que le proporcionara una docena de ejemplares del Air Command con la intención de presentarlos a la U.S. Air Force. Las circunstancias, sin embargo, eran distintas. Cuando Allen V. Tornek contactó con la Marina, esta ya había identificado la necesidad de un reloj de buceo y había empezado oficialmente la redacción de las especificaciones y la definición del proceso de evaluación. La Fuerza Aérea, en cambio, no había hecho ninguna de estas dos cosas. Por consiguiente, la presentación de los relojes Air Command a la aviación no dio ningún resultado: a la U.S. Air Force no le interesó la certificación de relojes para sus pilotos. La causa probable es que la aviación había evolucionado y, en lugar de recurrir a relojes de pulsera, había empezado a integrar instrumentos de medición del tiempo en el panel de la cabina de mando. En efecto, la integración de un reloj en el panel se había convertido en uno de los requisitos para que los aviones cumplieran las reglas de vuelo por instrumentos (más conocidas por sus siglas en inglés, IFR, de Instrument Flight Rules). Se podría pensar, por los pocos relojes que se conservan actualmente de esa época, que tras la decepción con la U.S. Air Force no se hizo una producción en serie significativa del Air Command. Sea como sea, el número exacto de piezas ensambladas sigue siendo un misterio.
Tampoco está claro si el desarrollo del Air Command fue iniciado por Allen V. Tornek o decidido internamente en Blancpain. En el debate hay argumentos en favor de ambas posibilidades. Por un lado, podría ser que fuera un proyecto lanzado por Blancpain, ya que el reloj responde a las especificaciones Type 20 publicadas en la época por la Fuerza Aérea francesa y actualizadas bajo el nombre de Type 21 en 1956. La combinación de un cronógrafo con función flyback y contador de 30 minutos y un bisel giratorio tipo cuenta atrás cumple con los criterios Type 20 y Type 21. Dicho esto, las especificaciones Type 21 de 1956 requieren que el contador de 30 minutos tenga índices más marcados cada cinco minutos, lo que no es el caso del Air Command. Por otra parte, el argumento más sólido a favor de que fuera un proyecto iniciado por Allen V. Tornek es el nombre del reloj. Strategic Air Command (Acorazados del aire, en español), con Jimmy Stewart y June Allyson, fue una de las películas estadounidenses más destacadas de 1955. Sería demasiada coincidencia que el reloj se llamara Air Command sin que la película estadounidense le sirviera de inspiración.
Al parecer, el Air Command también es objeto de otro debate, uno que se extiende a numerosos relojes de piloto de la época. El contador de minutos del cronógrafo presenta índices más grandes a las 3, las 6 y las 9 horas. A pesar del enfoque diferente estipulado en las especificaciones francesas Type 21, algunos relojes de aviador de la época fueron aún más lejos al integrar índices más grandes cada 3 minutos. ¿Por qué? Algunos expertos sostienen que se hizo para ayudar a los pilotos a utilizar los teléfonos públicos que funcionaban con monedas. El problema es que los intervalos
de 3 minutos no eran universales. En Estados Unidos, por ejemplo, no había límite de tiempo para las llamadas telefónicas locales. Además, aunque Francia cobraba las llamadas utilizando este intervalo, los pilotos de la Fuerza Aérea francesa tenían acceso a un sistema sin ese método de facturación y las especificaciones militares no integraban las marcas a intervalos de 3 minutos. La utilidad de dichas marcas es mucho más lógica en el cálculo de los tiempos/distancias. Dado que la velocidad se expresa universalmente en distancia por hora, ya se trate de los nudos preferidos en la aviación (millas náuticas por hora) o de las millas por hora, los minutos se deben convertir en fracciones de hora. Tres minutos representan 1/20 de una hora y seis minutos, 1/10 de una hora. Así mismo, 12 minutos corresponden a 1/5 de hora y 15 minutos, a 1/4. El uso de estas fracciones permite al piloto efectuar cálculos mentales con facilidad. Esta aritmética mental se facilitaba gracias a una escala taquimétrica situada en el perímetro de la esfera. Para determinar la velocidad en tierra, el piloto medía el tiempo necesario para recorrer una milla marina (o una milla) con la trotadora del cronógrafo y obtenía la velocidad directamente sobre la escala. Por ejemplo, si el tiempo necesario para recorrer una milla marina era de 30 segundos, la velocidad en tierra era de 120 nudos, como se muestra en el taquímetro.
El nuevo Air Command de Blancpain respeta plenamente el espíritu de su antecesor. Tomando su legado, presenta un cronógrafo con función flyback, con los índices alargados en franjas de 3 minutos y con un bisel giratorio tipo cuenta atrás. Desde un punto de vista estético, reproduce fielmente la apariencia y el estilo de su ancestro. Todo en él —la caja, las agujas, la esfera (incluyendo el taquímetro), el bisel, los pulsadores de cronógrafo en forma de bomba y corona, etc.— evoca la versión de los años 50. La correa de piel marrón con pespunte blanco también le proporciona un espléndido look vintage.
Ahora bien, en todos los demás aspectos, el nuevo Air Command de Blancpain es totalmente moderno. Su calibre es el F388B (una variante del F385), producido en interno y con un volante libre con espiral de silicio que oscila con una frecuencia de 5 Hz. Su concepción refleja la filosofía actual de Blancpain, orientada tanto a la precisión como a la robustez. El volante espiral libre regulado por tornillos de inercia fue concebido para facilitar la regulación precisa y aumentar la resistencia a los golpes. A diferencia de las espirales metálicas anteriores, la de silicio es insensible a los campos magnéticos y ofrece una mayor precisión durante toda la reserva de marcha. La frecuencia de 5 Hz no solo mejora la precisión, sino que divide claramente cada segundo en intervalos de 1/10 de segundo, lo que es ideal para un cronógrafo. También se basa en un embrague vertical Blancpain muy evolucionado que asegura una puesta en marcha y una parada perfectos, sin los saltos que se producen ocasionalmente con las construcciones horizontales. A diferencia del original, el Air Command moderno está dotado de un movimiento mecánico de cuerda automática doblemente atractivo, ya que el rotor de oro rojo tiene la forma de una hélice de avión.
Los materiales modernos realzan la caja de acero inoxidable de 42,5 mm de diámetro. El bisel de cuenta atrás del Air Command vintage tenía una inserción de baquelita. Hoy, esta es de cerámica resistente a los arañazos. De la misma forma, el cristal de plexiglás de los años 50 es ahora un cristal de zafiro. Tiene la forma de lo que se conoce como glass box, con borde ligeramente elevado para aportar más luz a la esfera. El fondo macizo del modelo anterior se ha reemplazado por un fondo de cristal de zafiro, igualmente en forma de glass box, que ofrece una vista perfecta del movimiento.
El nuevo Air Command se ha producido en una edición limitada de solo 500 unidades.