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Capítulo 3

PANGATALAN La isla de los límulos

En el corazón de Filipinas, una isla y su animal tótem se convierten en símbolos de supervivencia y restauración ecológica…

Autores del capítulo

LAURENT BALLESTA

Autores del capítulo

LAURENT BALLESTA
PANGATALAN La isla de los límulos
PANGATALAN La isla de los límulos
Número 20 Capítulo 3
 Límulo escoltado por jóvenes ejemplares de jurel dorado, conocido también como Gnathanodon speciosus.

Límulo escoltado por jóvenes ejemplares de jurel dorado, conocido también como Gnathanodon speciosus.

Inmutable, su MORFOLOGÍA apenas ha cambiado durante 150 MILLONES DE AÑOS.

Es difícil saber si nada… Rema, pedalea y trota en el fondo del mar. Lo que sí podemos afirmar es que avanza. Su laboriosa locomoción, eficaz pero rudimentaria, deja entrever que esta criatura llega de las profundidades del tiempo. Nada parece haberla forzado a cambiar, evolucionar o adaptarse. Con su andar robusto y tosco, ha surcado el tiempo, ha recorrido montañas submarinas y simas profundas sin verse afectada por las grandes crisis ecológicas que han diezmado tantas especies, algunas mucho más veloces que ella. Los dinosaurios eran más fuertes, pero ella ganó la carrera. Los límulos, también conocidos como cangrejos herradura, merecen nuestro respeto.

Inmutable, su morfología apenas ha cambiado en los 150 millones de años que lleva viviendo en el fondo del mar. Nado a su lado durante tres horas, solo. Permanezco a su altura sin demasiado esfuerzo, pues esta máquina viviente se parece más a un vehículo blindado que a un avión de caza hipersónico. El cangrejo herradura es un artrópodo marino, no un crustáceo; en otras palabras, se parece más a una cochinilla gigante que a una langosta. Su «carrocería» es muy simple: un único y enorme caparazón circular que alberga a la vez la cabeza y el tórax, sin adornos y con unas espuelas afiladas en la parte superior, nada agresivas, tan solo un poco disuasorias. En cuanto a la «instrumentación», en la parte superior la «máquina» está equipada con dos periscopios, uno a cada lado de la armadura. Algunos biólogos indulgentes los consideran ojos compuestos. Es poco probable que puedan producir una imagen precisa; quizás funcionen más bien como radares sensibles a la luz, capaces de percibir la silueta de los obstáculos y distinguir el día de la noche.

Algunos biólogos indulgentes los consideran OJOS COMPUESTOS. Son más bien como RADARES sensibles a la luz y capaces de percibir la SILUETA DE LOS OBSTÁCULOS.

 Apenas visibles, los ojos están situados sobre las puntas delanteras del caparazón.

 

Apenas visibles, los ojos están situados sobre las puntas delanteras del caparazón.

 

 Ojo primitivo del cangrejo herradura.
 

Ojo primitivo del cangrejo herradura.
 

Después de las tres horas el día llega a su fin. Algunos rayos de luz amarilla atraviesan aún la superficie. La noche caerá en breve. Bajo el mar el día no dura mucho, se desvanece antes que en la tierra. Esto se debe a la refracción, palabra tosca usada en las ciencias físicas para explicar que un rayo de luz penetra en el agua con un ángulo de incidencia mínimo de 20 grados. Cuando el sol está a menos de 20 grados sobre el horizonte, sus rayos ya no pueden penetrar, sino que rebotan y son desviados. Así que, bajo el agua, la noche cae de golpe. Los rayos se inclinan, se doblan hacia adelante, como si el Sol hiciera una reverencia para despedirse del océano hasta el día siguiente.

PANGATALAN La isla de los límulos

A pesar de que aún no hay peces grandes, el resto de la BIODIVERSIDAD está bien establecida, incluso lista para recibir TIBURONES y MAMÍFEROS.

Esta primera inmersión termina de noche. Muy pronto retiramos nuestro equipo y nos dirigimos a la cumbre de la pequeña isla de Pangatalan, un peñasco de cuatro hectáreas perdido al noreste de Palawan, en el oeste de Filipinas. Estamos instalados en el inesperado confort de una magnífica residencia. Esta isla es una propiedad privada y está administrada por una pareja de franceses, Fred y Chris Tardieu. Amaban este país y decidieron instalarse. Hacer su sueño realidad les llevó «solo» 30 años, una buena dosis de tenacidad, incluso de terquedad, y un buen conocimiento técnico en arquitectura, excavación, construcción y gestión del espacio, ya que no solo se trataba de construir una casa bella y grande en la cima de sus tierras, sino más bien de reconstituir todo el ecosistema de la isla.

Durante diez años, con la ayuda de todos los habitantes de la región, replantaron con paciencia 60 000 árboles y plantas para conservar el suelo y abastecerse de frutos, y casi 10 000 mangles para reconstituir los manglares que protegen la isla. Un poco más tarde restauraron el arrecife coralino que bordea la isla. Ya al límite de sus capacidades, recurrieron a un biólogo marino motivado y voluntarioso, Thomas Pavy, que durante dos años vivió con ellos sobre una isla minúscula para establecer un diagnóstico ecológico de la parte submarina. Contó e inventarió la fauna y la flora, cartografió sus hábitats y, a continuación, trabajó para obtener la clasificación de la isla como Reserva Natural. En paralelo a este trabajo casi político, la labor sobre el terreno continuó. En las zonas muertas, Thomas y Fred instalaron con paciencia cerca de 300 pequeños módulos de hormigón, simples, sólidos y estables, a los que fijaron ramas de coral rotas encontradas en el fondo del mar, pero aún vivas. De esta beneficiosa estabilidad depende su futuro crecimiento. Con el tiempo, los arrecifes naturales crecerán y harán desaparecer los artificiales. Gracias a esta perseverancia, en 2016 el gobierno filipino declaró oficialmente la isla zona marina protegida.

 Gorgonia lirio (Ctenocella sp.), golpeada por la corriente del canal de Pangatalan.

Gorgonia lirio (Ctenocella sp.), golpeada por la corriente del canal de Pangatalan.

 Apogones emergiendo del coral al atardecer.

Apogones emergiendo del coral al atardecer.

 Campo de coral alambre.

Campo de coral alambre.

Pangatalan ha recorrido un largo camino. Durante décadas fue deforestada, incluyendo sus manglares, y su arrecife padeció la sobrepesca con dinamita y cianuro. Sin embargo, el espectáculo que nos espera bajo el agua no es dramático. Podemos sentir que la historia tendrá un final feliz. Hoy, la isla está protegida activamente. Se plantea un cruel dilema cuando hay que expulsar a algunos pescadores harapientos a quienes no les importa mucho la conservación de la naturaleza mientras su propia supervivencia está en juego. Poco a poco el arrecife va cobrando vida. Nos piden que estudiemos e ilustremos un ecosistema en desarrollo. A pesar de que aún no hay peces grandes, el resto de la biodiversidad está bien establecida, incluso lista para recibir tiburones y mamíferos como el pacífico dugongo, que según los rumores locales había vivido antes allí.

Mientras esperamos el retorno de la plena biodiversidad, mis camaradas y yo continuamos nuestras inmersiones en este universo único. Florian toma miles de fotos en torno a los arrecifes artificiales, que se transforman en modelo fotogramétrico tridimensional. Dentro de unos meses o unos años, haremos una nueva serie de fotografías y los misteriosos algoritmos nos dirán con extremada precisión cómo han evolucionado los corales desde su instalación. En cuanto a mí, la fotografía cobra aquí una nueva dimensión. Por lo general, se trata de enaltecer la realidad: hacer más bello lo maravilloso y más dramático lo desastroso. Esta vez es distinto. Debo cambiar el enfoque, ilustrar la esperanza, por lo menos buscar los signos, los indicios de una posible renovación. La isla de Pangatalan está en una inmensa bahía. Sus aguas no son transparentes, sino más bien verdes, como lo son las aguas ricas en plancton y materia orgánica, que es todo lo que se necesita para alimentar y curar un ecosistema herido, para acompañar la convalecencia de un arrecife.

PANGATALAN La isla de los límulos
PANGATALAN La isla de los límulos

Cuando el límulo se mueve, su COLA rígida deja un LIGERO SURCO en el barro.

Cada mañana, desde la primera inmersión, los cangrejos herradura acuden a la cita. Hay que decir que Cédric, que me ayuda en el trabajo, se toma en serio su misión, llegando a abandonar su último par de aletas mientras busca incansablemente en el fondo. Tiene una astucia especial para evitar buscarlos en vano: como un trampero, lee las huellas dejadas por el animal. Cuando el cangrejo herradura se mueve, su cola rígida deja un ligero surco en el barro. El problema es que el barro es ligero y la huella se borra muy rápido. Razón de más para inspeccionar el fondo lo más rápido posible. Cédric incluso encuentra una huella que parece doble. ¿Son dos huellas? ¿Un cangrejo herradura doble? Intrigado, sigue la pista y encuentra una pareja en pleno apareamiento, uno bien aferrado al otro. El caparazón del macho presenta una abertura en la parte delantera para encastrarse mejor en el caparazón redondo de su pareja. Así es como la hembra lleva al macho sobre su espalda, ciertamente bien adaptado a su generosa redondez, pero francamente muy poco expresivo y más bien lento en el proceso: el apareamiento durará 15 días, durante los cuales la «señora» deberá aceptar esta carga conyugal y esperar a que el «señor» se dé finalmente por satisfecho.

Al final de esta larga y tediosa prueba, las hembras regresan a la costa, suben a las playas y ponen miles de huevos justo en la orilla, donde las olas y la marea aún mojan la arena. Finalmente liberadas de sus instintos reproductivos, las hembras vuelven a las profundidades de sus lodazales. Las más grandes y activas son escoltadas por pequeños jureles dorados, jóvenes oportunistas siempre al acecho de presas enterradas en el sedimento y desveladas brutalmente por la labor de la hembra convertida en arado. Los peces revolotean y brillan sobre el sitio, son los faros destellantes de este silencioso Caterpillar de los mares. Y no son los únicos que se aprovechan de este vehículo vivo. Al mirarlos de cerca, descubrimos que bajo el «capó» hay una población de camarones que viven en el corazón de los engranajes de la máquina orgánica, entre las patas articuladas del cangrejo herradura.

La hembra lleva al macho sobre su espalda, el cual se toma su tiempo para proceder: EL APAREAMIENTO DURARÁ 15 DÍAS.

PANGATALAN La isla de los límulos

El límulo está hoy clasificado como ESPECIE VULNERABLE. Afortunadamente no es así en Pangatalan. La isla convaleciente es un REFUGIO DE PAZ para el cangrejo herradura.

Así es la vida de esta imperturbable criatura, cuya solidez, espartana y ascética, puede llevarnos a creer, ingenuamente, que durará para siempre. Pero no: si bien la garantía de la felicidad es desear lo que ya poseemos, la garantía de la perennidad reside en tener capacidades superiores a nuestras necesidades. Siendo así, todo funcionaría maravillosamente y para siempre si el hombre no hubiera descubierto en el cangrejo herradura un tesoro farmacéutico. El animal atemporal ya no está fuera de alcance. Al ser codiciado, el equilibrio está en peligro. El cangrejo herradura tiene la sangre azul, y con ello no me refiero a su nobleza, sino más bien a su hemoglobina. Para ser precisos deberíamos decir hemocianina, ya que el átomo central no es de hierro, que hace que la sangre sea roja, sino de cobre, que convierte la sangre en azul. Azul como el zafiro, y más cara aún que la piedra preciosa: 14 000 dólares el litro, pues su plasma contiene Limulus Amebocyte Lysate (LAL), una molécula imposible de sintetizar que permite detectar la presencia de bacterias tóxicas en las vacunas humanas. Más de 500 000 cangrejos herradura se capturan cada año y se les extrae el 30 % de su sangre azul. Los que sobreviven son liberados, pero están debilitados y desorientados y por lo general mueren después de esta operación. En la bahía de Delaware, en el sur de Nueva Jersey, el 75 % de los cangrejos herradura han desaparecido desde los años 80. Por eso este campeón de la supervivencia, cuya familia está presente en la Tierra desde hace 450 millones de años, está hoy clasificado como especie vulnerable. Afortunada­mente no es así en Pangatalan. La isla convaleciente es un refugio de paz para el cangrejo herradura. Proteger este lugar significa proteger a sus seres vivos. La isla, el límulo, un idilio.

PANGATALAN La isla de los límulos

Capítulo 04

NAGEURS de combat

El Fifty Fathoms ha sido el reloj de buceo elegido por los militares de todo el mundo; los buzos del ejército francés fueron los primeros en usarlo.

Autores del capítulo

JEFFREY S. KINGSTON
NAGEURS de combat
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