Fifty Fathoms BARAKUDA

«Era un mundo distinto».
Jean-Jacques Fiechter

Con estas palabras, Fiechter, que por entonces codirigía Blancpain con su tía, Betty Fiechter, supo ver con perspicacia las posibilidades del buceo en los años inmediatamente posteriores al final de la guerra. El equipamiento que hoy consideramos básico simplemente no existía o estaba en las primeras etapas de desarrollo. Su contribución fue el desarrollo del primer reloj de buceo moderno, el Fifty Fathoms de Blancpain, que creó en 1952. El detonante fue un desastre vivido en su propia piel. Durante una inmersión en la Costa Azul, Fiechter perdió la noción del tiempo y se quedó sin aire. Un ascenso de emergencia a la superficie, que no solo violaba las reglas que obligan a detenerse para controlar la presión, sino que pudo haberle ocasionado lesiones fatales, le salvó la vida. Su epifanía consistió en darse cuenta de que el mundo del buceo necesitaba un instrumento hermético y confiable que pudiera usarse para cronometrar las inmersiones. Su experiencia como buzo sirvió para concebir un instrumento con importantes innovaciones como el sellado del fondo de la caja y de la corona (ambos patentados), un bisel giratorio protegido contra movimientos involuntarios para cronometrar la inmersión con el minutero, grandes números luminosos blancos sobre un fondo negro para facilitar la legibilidad bajo el agua y cuerda automática para proteger la corona. El resultado fue el Fifty Fathoms, que, además de responder a su visión, fue adoptado por los cuerpos de buceo militares de todo el mundo. Tan acertadas fueron sus ideas que el Fifty Fathoms ha definido todo el género de relojes de buceo desde entonces.

Mientras que otros pioneros del buceo se dedicaron en aquellos años a los diferentes elementos centrales del kit del buzo, la energía y los esfuerzos de Fiechter se centraron en crear un instrumento de cronometraje. Uno de esos pioneros fue Hans-Joachim Bergann en Alemania. Un año antes del final de la guerra, Bergann comenzó a entrenar para convertirse en buzo de la armada alemana. Cuando concluyó la guerra, guardó muchos de los artículos de su equipo para continuar buceando en su tiempo libre. A medida que este equipo se deterioraba, empezó a pensar en la posibilidad de fabricar los diferentes componentes para él y otros aficionados. Su primer proyecto fueron las aletas de natación. Inicialmente, la oficina inglesa de control que se encargaba de estos asuntos en la Alemania de posguerra le negó el permiso para fabricarlas. Consideró que el producto era «demasiado militar» y, por lo tanto, que estaba prohibido para los alemanes.

Algún tiempo después se relajó la prohibición inicial y Bergann se lanzó a producir aletas, gafas, tubos y, más adelante, trajes de neopreno y equipos de buceo. Bautizó su empresa con el nombre de Barakuda. A finales de los 50, gracias a la venta por catálogo y la distribución a través de tiendas de buceo de terceros, Barakuda se convirtió en el proveedor más importante y mejor surtido de equipos y servicios de buceo de Europa.

Naturalmente, dentro del material esencial de buceo que vendía en aquella época la empresa, los instrumentos de cronometraje ocupaban un lugar destacado. Hoy, los relojes de buceo se venden en las boutiques y puntos de venta de Blancpain junto con el resto de los modelos de sus colecciones. No obstante, a principios de la década de los 50, dado que eran un elemento especializado del equipo submarino, los Fifty Fathoms se vendían en tiendas especializadas de buceo junto con otros elementos considerados necesarios para esta actividad. El primer proveedor de equipos de buceo que ofreció el Fifty Fathoms fue Aqua Lung, en Francia. Barakuda no tardó en incorporar los relojes Blancpain a su catálogo, y a lo largo de los años incluyó en él varias versiones del Fifty Fathoms. La más distintiva, sin embargo, fue una producción especial encargada por Bergann y hoy conocida como Barakuda. Para reforzar el vínculo entre el reloj y la actividad de Bergann en el ámbito del buceo, pidió que en el fondo del reloj se grabara justamente ese nombre, Barakuda.