Capítulo 7
Una crónica de la devoción de Blancpain por la conservación de los océanos durante las últimas dos décadas.
Todo comenzó con los tiburones ballena. Cuando Marc A. Hayek tomó las riendas de Blancpain no solo sentía ya un profundo amor por el océano —fruto de una infancia viendo películas de Cousteau y de un deseo posterior de dedicarse al deporte del buceo—, sino también una particular fascinación por los tiburones. Mientras buceaba en Indonesia tuvo un encuentro memorable con unos tiburones ballena que destacaban por sus marcas estampadas, cada una tan única para el individuo como lo son las huellas dactilares para nosotros. Junto con su incipiente interés por la especie surgió la convicción de que si los buzos como él se unían podían contribuir de manera decisiva a la conservación tanto de los lugares habitados por los tiburones durante períodos prolongados como de las rutas que utilizan para viajar entre esos lugares.
Sus esfuerzos iniciales lo llevaron en 2003 a la Professional Association of Diving Instructors (PADI). Aprovechando que hay centros PADI en todo el mundo y que miles de buceadores reciben instrucción y certificaciones de buceo en ellos, Hayek se convirtió en un defensor de lo que por entonces era una noción novedosa, la llamada «ciencia cívica», al reclutar buzos a través de PADI para estudiar los tiburones ballena, fotografiarlos y anotar la ubicación de las fotos. De esta manera se podrían conocer mejor sus hábitats y patrones de migración y, una vez identificados, implementar medidas para protegerlos. Desafortunadamente, la idea de la ciencia cívica estaba todavía poco evolucionada y la organización necesaria aún no estaba suficientemente establecida. No obstante, la investigación de Blancpain sobre sus posibilidades cimentó una idea que sirvió de guía para el futuro: la fotografía submarina como herramienta importante para realizar campañas de conservación de los océanos. Hayek se dio cuenta de que la fotografía tenía un doble papel potencial: recopilar datos científicos y concienciar a la población sobre la necesidad de una acción medioambiental.
El primer paso para canalizar el poder persuasivo de la fotografía submarina fue la creación de los Edition Fifty Fathoms en colaboración con Dietmar Fuchs, buzo y editor de diversas publicaciones submarinas. Los Edition Fifty Fathoms son libros, publicados con periodicidad anual y con el cuidado con que se trata una reliquia, que presentan los trabajos de fotógrafos submarinos de renombre mundial.
El lanzamiento en 2007 de la nueva generación del Fifty Fathoms no solo supuso el renacimiento de esta colección, sino que reavivó también el deseo de Hayek de encontrar un socio para llevar a cabo proyectos oceánicos relevantes en los que el apoyo de Blancpain pudiera generar un cambio positivo. La oportunidad surgió a raíz de una reunión con el Dr. Enric Sala, fundador y líder de las expediciones Pristine Seas de National Geographic.
Sala, en la búsqueda de fondos para financiar su proyecto, ya se había acercado a muchas organizaciones empresariales importantes, pero sin éxito. Las ambiciones de Pristine Seas eran formidables: estudiar y fotografiar áreas del océano vírgenes y posteriormente, armados con fotografías y estudios que mostraran la belleza de los ecosistemas y su importancia, acudir a los funcionarios gubernamentales que tuvieran capacidad de decisión para persuadirlos de la necesidad de promulgar medidas de protección ambiental. Durante sus conversaciones, Hayek y Sala identificaron una dimensión más del asunto. Pedir a los líderes políticos que prohibieran la explotación de un área oceánica era potencialmente costoso, ya que privaba a empresas e individuos de medios de subsistencia que dependían de la pesca. Por eso, en lugar de limitarse a pedir a los líderes que emitieran decretos para prohibir la actividad en las áreas que necesitaban protección, se decidió que Pristine Seas presentaría una alternativa más creativa e innovadora. Al establecer una reserva natural, denominada «área marina protegida», donde la vida salvaje del océano podría reproducirse sin ser molestada, las empresas pesqueras y las personas tendrían más éxito concentrando sus esfuerzos fuera de la reserva, ya que la cría en el interior del espacio protegido conduce a una mayor población en el exterior. Como ventaja adicional, el turismo ambientalmente consciente dentro de la reserva se volvería más atractivo y exitoso. En resumen, a través de este enfoque de protección de los recursos oceánicos la gente obtendría más, no menos. Hayek vio este «modelo de negocio» de Pristine Seas como clave para lograr resultados a partir de las expediciones.
Dispuesta a correr riesgos donde otras empresas se habían echado atrás, Blancpain acordó convertirse en el socio fundador de Pristine Seas y apoyar sus expediciones durante cinco años, aportando un millón de dólares por año al proyecto. El éxito de la unión Pristine Seas-Blancpain fue extraordinario. De las 14 expediciones finalmente apoyadas por la maison, 12 dieron como resultado decretos gubernamentales de preservación, lo que a la postre ha supuesto duplicar la superficie del océano ambientalmente protegida, que actualmente es de más de 4,7 millones de kilómetros cuadrados.
La segunda asociación importante en este ámbito llegó gracias a una serendipia. El buzo, científico, fotógrafo y ambientalista francés Laurent Ballesta visitó en 2012 la feria de Basilea con la esperanza de encontrar un socio financiero. Para demostrar algunos de sus talentos llevó un portafolio de su fotografía submarina. Por casualidad, el entonces vicepresidente de marketing de Blancpain, Alain Delamuraz, se encontró con Ballesta en uno de los estands, vio su impresionante trabajo e inmediatamente decidió presentárselo a Marc A. Hayek. La agenda de Hayek de ese día estaba repleta de reuniones, una detrás de otra y sin apenas pausa entre ellas. Aun así, ambos se sentaron a hablar, disculpándose por adelantado porque el encuentro iba a ser muy breve.
Sin embargo, después de tan solo unos minutos de conversación, la agenda de Hayek para ese día cambió. Mientras compartía con Ballesta su pasión por el océano, este le planteó su sueño. Anteriormente había completado una inmersión en aguas profundas de África y había visto lo que le pareció que era un celacanto, un pez prehistórico que se creía extinguido hacía siglos y que se considera un precursor de la aparición de animales marinos adaptados para la vida en tierra. Emocionado por el avistamiento, quería organizar una primera expedición mundial para estudiarlo y fotografiarlo. Se sabía muy poco sobre su hábitat, número de ejemplares vivos, evolución, patrones de movimiento o relación con otras especies. Su propuesta consistía en observar de cerca el celacanto, recoger su ADN, etiquetar a los individuos, estudiar su hábitat y registrarlo todo en una película. Una tarea difícil, ya que las profundidades de las grutas en las que vivían estos peces eran extremas, lo que hacía que las inmersiones fueran extraordinariamente exigentes. Aunque Ballesta era conocido como fotógrafo, carecía de respaldo y nunca antes había realizado expediciones de tal ambición y magnitud. Por lo tanto, habría riesgos sustanciales para cualquier posible patrocinador. Hayek siguió su instinto y captó de inmediato el talento y la dedicación de Ballesta. Resultado: Blancpain acordó financiar la expedición de búsqueda del celacanto de Ballesta, a la que este bautizó como Gombessa, nombre por el que se conoce en Mozambique este pez prehistórico.
La relación de Blancpain con Ballesta ha florecido en muchas expediciones posteriores, todas con el nombre de Gombessa. Su investigación científica se ha revelado innovadora y verdaderamente importante. Más impactantes para el público en general han sido sus fotografías y películas, vistas por millones de personas. De hecho, Ballesta recibió por su trabajo el prestigioso premio Wildlife Photographer of the Year, un galardón que obtuvo dos veces más, y varios premios cinematográficos. Hay quienes defienden las causas ambientales mostrando el horror de la destrucción. Ballesta y Hayek creen en lo contrario; el suyo es un mensaje positivo. Es más poderoso e inspirador dejar que las personas descubran las maravillas y la belleza del océano y, a partir de ahí, encuentren la motivación para actuar.
Viendo que sus campañas medioambientales orientadas a la protección de los océanos crecían en alcance e importancia, Blancpain se propuso reunir las diferentes iniciativas en este ámbito bajo un mismo paraguas. El conjunto de sus esfuerzos de conservación se bautizó entonces como Blancpain Ocean Commitment. La maison no se limitó a demostrar de esta forma su entrega a la causa, sino que contrató personal con dedicación completa cuya función consistía en supervisar la gestión de las relaciones con los socios actuales, como Pristine Seas y Ballesta, e identificar a otros posibles socios valiosos.
La creación del Ocean Commitment dio lugar al lanzamiento de tres series en edición limitada (250 relojes cada una) de la colección Fifty Fathoms. Para hacer que los compradores se sintieran también implicados en los esfuerzos medioambientales de Blancpain, la maison decidió destinar 1000 dólares por cada pieza vendida, un total de 250 000 dólares por cada serie, a programas como Gombessa. Estas donaciones se añadieron al respaldo financiero, significativamente mayor, que Blancpain ya estaba brindando.
En el transcurso de los proyectos Pristine Seas y Gombessa, la compañía ha demostrado confianza en su visión y voluntad de asumir riesgos con sus donaciones. El equipo interno de Ocean Commitment se ha mantenido al acecho de nuevas iniciativas y, gracias a su perfil de donante generoso de los últimos años, recibe ahora docenas de solicitudes cada año de promotores de proyectos que buscan financiación. Durante este tiempo ha cosechado éxitos en muchos frentes. Ni más ni menos que la Organización de las Naciones Unidas acogió la iniciativa Ocean Commitment. La ONU quería promover su Día Mundial de los Océanos con una exposición fotográfica. Su forma de pensar era muy parecida a la de Blancpain, pues consideraban que exponer al público las maravillas de la vida marina era un motivador poderoso para ayudar a la preservación. Sin embargo, no disponían ni de recursos financieros ni de fotografías. Por mediación de Dietmar Fuchs, Blancpain financió la primera exposición a gran escala de fotografía submarina, que tuvo lugar en el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. Miles de visitantes, incluyendo diplomáticos de todo el mundo, pudieron disfrutar en esta primera exposición de las extraordinarias obras de Laurent Ballesta, Enric Sala y muchos de los fotógrafos que aparecen en los Edition Fifty Fathoms.
Otra iniciativa destacada de Blancpain en este ámbito ha sido el apoyo, como socio fundador, de las World Ocean Summits anuales del periódico The Economist. Estas conferencias reúnen a científicos, funcionarios gubernamentales, líderes empresariales, periodistas y ciudadanos interesados en la protección y preservación de los océanos. Además de las conferencias de la cumbre, Blancpain apoyó la realización de películas específicas sobre la conservación de los océanos, en concreto de una serie titulada The Protectors y producida por The Economist.
Los tiburones siguen siendo un área de interés para Blancpain y para Hayek. En este sentido, la compañía ha ayudado a fundar y ha financiado ampliamente la Mokarran Protection Society (MPS), una organización líder en la campaña para proteger los tiburones en la Polinesia francesa. El foco principal de MPS es el Sphyrna mokarran, comúnmente llamado «gran tiburón martillo». Se trata de un animal grande y de aspecto formidable. A pesar de su apariencia y tamaño, los tiburones martillo son en realidad miedosos y bastante frágiles. Se ha observado un número significativo de ejemplares de gran tamaño en dos áreas de la Polinesia francesa: por un lado, en el famoso paso de Tiputa, un canal profundo que separa segmentos del atolón de Rangiroa (del que hablamos también en nuestro artículo sobre vinos, en las páginas 150 a 165 de este número) y comunica su gran laguna con el océano abierto; por otro lado, no muy lejos de allí, en una laguna cercana al atolón de Tikehau. Los biólogos tratan de desentrañar los numerosos misterios que rodean la vida de estos grandes tiburones martillo. ¿Cuáles son sus características? ¿Se diferencian de otras poblaciones conocidas? ¿Cuándo, dónde y cómo se alimentan? ¿Qué presas forman parte de su dieta? ¿Hasta dónde se extiende su hábitat? ¿Viajan más allá del santuario de la Polinesia francesa? ¿Dónde, cuándo y cómo se reproducen? ¿Cuáles son las áreas clave para la crianza? ¿Qué presiones y amenazas sufren en cada fase de su ciclo vital? Encontrar las respuestas a estas preguntas es un desafío extraordinario. Para empezar, no se pueden utilizar los métodos habituales en otros lugares para el estudio de los tiburones, como atraerlos con cebos u olores de cebos y luego confinarlos. Los medios artificiales de atracción pueden distorsionar sus hábitos alimentarios y confinarlos, aunque sea brevemente, les genera un estrés que puede ser fatal. Por ello, el grupo de estudio —autodenominado proyecto Tamataroa y formado por MPS junto con el equipo Gombessa de Laurent Ballesta, todo ello con el apoyo de Blancpain— está planteando un método de estudio ético sin precedentes. Consiste en buscar los tiburones sin señuelos, realizar mediciones y marcarlos sin confinarlos. A cambio, el proyecto Tamataroa sí planea usar una ballesta especialmente desarrollada para recolectar muestras de biopsia e insertar dispositivos de rastreo en miniatura habilitados para GPS. Además, para medir los tiburones, los buzos emplearán un sistema de fotogrametría láser. La inmersión en sí misma, a la que se incorporará Hayek como miembro del equipo, será particularmente difícil, especialmente debido a las fuertes corrientes del paso Tiputa y a la profundidad a la que se encuentran los tiburones martillo.
El modelo de negocio que Pristine Seas y Blancpain usaron con tanto éxito se ha vuelto a emplear ahora en Filipinas. Una de las islas de Shark Fin Bay había sido prácticamente devastada por la pesca con dinamita en el pasado. Este método destructivo e ineficiente emplea explosivos detonados en el agua para matar peces en una zona en la que puedan recogerse con redes. En un corto período de tiempo, prácticamente toda la vida marina se extingue. Hoy en día, la zona alrededor de la isla se ha restaurado y la vida ha regresado, pero continúa bajo la amenaza de los pescadores que trabajan en las áreas vecinas. Blancpain se ha asociado con la Fundación Sulubaaï para educar y persuadir a los habitantes locales y lograr que adopten nuevos métodos de interacción con su entorno. Igual que en el caso de Pristine Seas, esto implica capacitarlos en formas innovadoras de restaurar el área circundante y demostrarles que al crear reservas para que la vida marina se reproduzca sin ser molestada, la pesca fuera de estas áreas con métodos convencionales puede ser más productiva. Es decir, proteger el medioambiente dando, no quitando.
La situación ha experimentado un giro completo en estas últimas dos décadas. Cuando en 2003 Hayek mantuvo conversaciones con PADI sobre la idea de la ciencia cívica, no se consideró práctico seguir adelante. Ahora las cosas han cambiado. PADI ha ampliado su red, formada por 6600 clubes de buceo de todo el mundo. Ha lanzado una iniciativa multimillonaria de larga duración bautizada como Adopt the Blue con la que planea «adoptar» mil sitios de importancia ambiental en el primer año y muchos más en los siguientes. «Adoptar» un sitio significa aquí que los submarinistas se comprometen a proporcionar a lo largo del tiempo información sobre el mismo en forma de fotografías y datos oceánicos como la temperatura del agua, la salinidad y otros. Además, se apoyará a los buzos, incluidos grupos y clubes, en sus esfuerzos por crear nuevas áreas marinas protegidas. En paralelo al «alistamiento» de estos ciudadanos científicos voluntarios se creará una plataforma digital para los datos recopilados. Blancpain es el socio estratégico de Blueprint for Ocean Action de PADI y socio fundador de Adopt the Blue y su plataforma. También se ha alentado a los científicos ciudadanos a convertirse en observadores entusiastas, lo que incluye la vigilancia de cualquier barco pesquero que entre indebidamente en las áreas legalmente protegidas frente a la pesca.
El Blancpain Ocean Commitment no es estático. Por el contrario, evoluciona a medida que se presentan nuevos peligros ambientales y nuevos socios. Eso sí, hay algo que permanece inalterable: la determinación de Blancpain de generar un cambio positivo.